63: El arte como dolencia

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Leiah mientras Orión y Ares estaban en su labor con el ejército del águila, decidió seguir el ejemplo de Orión y se encerró con el cosmo que una vez se otorgó a Aquía.

No quería tenerlo en la cabeza, así que lo guardó en un anillo para hablarle simbólicamente a su mano.

Con un suspiro de terror, pues estaba a punto de desnudar una piel que ni ella había visto en mucho tiempo, Leiah dijo:

—Sah, ¿estás ahí?

«No, me fui de vacaciones. ¿Dónde más podría estar además de donde tú me dejaste?»

—Te daré vacaciones cuando esto acabe, lo prometo.

«¿Qué? ¿Y perderme el chisme de tu vida? Ni hablar. De hecho deberías sacarme más seguido».

Leiah sonrió titubeante, como un adulto que apenas aprende a hablar y empieza a hacerlo con cautela, y únicamente en soledad para evitar ser juzgado.

—De acuerdo.

«¿Qué te pasa a ti hoy?». La sensación de la voz del cosmo había cambiado a un matiz de preocupación, cayendo en cuenta recién entonces del cambio en la actitud de Leiah. Y es que su vínculo con Aquía había sido puro e inquebrantable desde el primer momento, habían acabado por formar un lazo que le permitía a Sah detectar el ánimo de la asesina incluso antes que ella misma.

Pero con Leiah era distinto. La actriz no la dejaba entrar, como si su desastroso interior no es estuviera apto para visitas.

En eso, Leiah acarició el anillo en su dedo distraída, como si sopesara la pregunta de Sah.

—¿Tú estuviste ahí, Sah? ¿Viste mi sueño?

«¿El que te hizo despertar exaltada y correr semi desnuda al cuarto de Orión? No, no estuve. Tampoco me lo cuentes, por favor. Un mínimo de decoro es necesario para una buena convivencia entre nosotras».

—¿Eres mujer? —preguntó Leiah como si por primera vez reparara en esa duda.

«Soy una fuerza, no tengo género».

—Pero te presentas como... Dijiste «nosotras».

«Porque ustedes me conciben como mujer, así que esa concepción me define en cuanto a tratar con ustedes».

—¿Y eso te molesta?

«No hace diferencia para mí. Ahora, ¿quieres volver a lo de tu sueño erótico? Me llama la atención que lo traigas a colación».

—No creo que haya sido un sueño.

«O sea, ¿cómo? ¿Sí cogieron y no me enteré?»

—¡Sah, cosmo insolente, te estoy hablando en serio!

Leiah resopló.

«Ya, claramente no cogiste si andas con esos ánimos... ¿Qué soñaste?».

Leiah decidió por su propia salud mental ignorar la parte insultante de lo dicho por Sah y saltar directamente a decir:

—Soñé con Aquía. Bueno, no. Ni siquiera eso. Soñé con el pasado, con un evento del que me habló antes un arka extraño. Y Aquía estaba ahí.

«¿En el pasado?»

—En el sueño, como si me mostrara el pasado de alguna forma.

«Es decir que lo asumes como una visión, no como un sueño, ¿no?»

—¿Existen las visiones? ¿Puede llamarse visión a algo que te muestra el pasado y no el futuro?

«Hasta hace poco para ustedes supuestamente no existían los cosmos, ¿no?»

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora