84: El rugido del león

6.1K 943 786
                                    

Ellos,la batalla por Hydra

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Ellos,
la batalla por Hydra

El impacto de las zarpas del sirio casi rompió la pose de Amarok. Apoyando su peso con un pie detrás, exageró el contragolpe y apretó los dientes para sobrellevar el impacto, pues aquellas garras tenían la fuerza del hierro y el aplomo de una tormenta.

Pero lo consiguió, logró romper los huesos de aquellas manos monstruosas, pero perdió el equilibrio al fracturarse su anclaje y cayó.

Amarok había estado antes en batalla, pero jamás en una semejante. Había luchado contra hombres, no contra criaturas de cuentos para niños hechas una monstruosa realidad. Antes ya había aceptado morir al enfrentarse a su hermano en Ara, pero ni siquiera eso se comparaba a lo que estaba viviendo.

El desastre de soldados y civiles luchando era una barbaridad. Por suerte los sirios eran fácilmente diferenciables, hacía más fácil eso de no matar un aliado por accidente, aunque seguía sin ser imposible con espadas tañendo a cada centímetro y cuerpos desplomándose en todas direcciones.

Aquella caída de Amarok lo enterró en una repulsiva acumulación de vísceras y cadáveres. Intentó levantarse resbalando entre sangre e intestinos mientras a un lado su pelotón resistía a duras penas el sombrío ataque.

Tuvo que hacer un esfuerzo consciente por no verificar los rostros de los caídos. Humanizar a los muertos lo paralizaría. Reconocer en los cadáveres a algún amigo, un aprendiz, un buen soldado, haría de su mente un torbellino de emociones innecesarias.

De pronto una figura alada aterrizó junto a él, mató con su brillante espada a los sirios más próximos y le ayudó a levantarse.

—No debería estar de este lado —se quejó Amarok ya de pie, volviendo a su pose defensiva con la espada.

—Es la ventaja de tener alas —le respondió su capitán—. Nadie te puede decir en qué lado quedarte.

—Estoy bien, capitán, vuelva con su pelotón.

Orión lo empujó cuando quiso adelantársele y asesinó, entre tajos y estocadas implacables, cinco sirios en el tiempo que a Amarok le tomaba defenderse de uno.

—Creo que no has entendido lo que el título de capitán significa —dijo Orión, su voz afectada por el esfuerzo, pero tan alto para que Amarok escuchara—. Detrás de mí, teniente. Descanse y atienda sus heridos.

—Capitán, no creo que sea lo ideal en este momento —dijo Amarok viendo cómo Orión resistía contra la horda de sirios que le atacaba lanzándose sobre él como fieras hambrienta.

—Si no descansa y vuelvo con mi pelotón, morirá en dos ataques —enfatizó Orión con severidad—. Sus hombres lo necesitan al frente, haga lo que le he dicho. No ha sido una pregunta.

A regañadientes, Amarok inclinó la cabeza y obedeció.

No había nada que el teniente Amarok deseara más que poder ayudar, impedir que sus hombres murieran. Pero su capitán tenía razón. Casi no podía respirar. Sus músculos ardían y su corazón parecía a punto de salir a batirse contra los sirios por su cuenta. No sería de gran utilidad estando muerto.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Where stories live. Discover now