Capítulo 6: Supernova

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Leiah

Esa mañana las ofertas se harían dentro de Lady Bird y no en el Mercado. Se pautó así por el aniversario de la nueva administración, dirigida por Lady Aurys.

Las jovencitas mayores de edad, listas para ser Vendidas, se encontraban confinadas a una zona exclusiva donde la sola entrada para admirarlas costaba veinte Coronas. Esto le daba un aire de prestigio al evento, y obligaba a cada hombre que cruzaba el umbral a pagar por al menos una de ellas.

La noticia de aquel evento se había corrido con tal rapidez y eficacia, que antes del atardecer tenían dos carruajes del castillo estacionados frente a la mansión, hecho casi sin precedentes en un pueblo como Cetus.

Un par de Lores se acercaron a observar a cada jovencita ataviada con sus mejores ropajes, disfrazadas con sus más convincentes máscaras de aceptación, disimulando sus realidades detrás de lindos peinados, joyas resaltantes y maquillajes a juego con el papel que querían representar.

Entre todas ellas, Leiah enfocó su atención en uno en específico. Un hombre de barba de vellos ensortijados y rojizos, vestido con un traje de cuero, capa negra con interior escarlata y guantes marrones que se cerraban alrededor de un bastón lujoso.

No era su físico lo que la impulsaba a mirarlo. Si Leiah se atreviera a ser honesta consigo misma, admitiría que de alguna forma la repelía la manera en que ese hombre se lamía los labios mientras observaba a las jovencitas ofertadas a su alrededor. Confesaría que le asustaba, aunque fuese un poco, la posibilidad de compartir su cuerpo con él, cuya mirada de ojos verdosos parecía desnudar a sus hermanas con la misma perversión con la que una bestia caza su comida entre siervos inocentes.

Pero se regañó a sí misma, y se llamó cobarde. Porque aquel no solo era su propósito, era su misión. Se debía a sí misma el éxito, por todo lo que había apostado para alcanzarlo. ¿Y qué éxito era más grande que ser Vendida de la Mano del rey de Aragog?

Leiah cerró los ojos con fuerza, tratando de mentalizarse para lo que seguía, pero al abrirlos se consiguió con algo que antes no estaba ahí. Algo, no. Alguien.

Un hombre, desde luego. Pero no era un comprador común. Incluso parecía insólito que hubiese podido permitirse la exclusividad de entrar a aquella exhibición pagando las 20 Coronas correspondientes. Era un derroche, cuando con facilidad podría esperar hasta el día siguiente para pagar sin más protocolos por una Vendida de doscientas Coronas.

Las vestimentas del desconocido evocaban a los huérfanos trabajadores de granjas. Pantalón beige holgado y remachado, con manchones de pintura blanca y marrón. Camiseta amarillenta por el tiempo de uso, tan grande que parecía un saco y le daba a él una apariencia de huesos vivientes. Su cabello estaba peinado hacia atrás con una especie de gel que lo hacía parecer gomoso, y su aroma delataba lo barato de su jabón.

Leiah arrugó la nariz sin disimulo mientras lo miraba.

—¿Cuánto vales? —preguntó él.

Leiah rió con ironía, sus ojos rodaron en consecuencia de la absurda pregunta, y sus brazos se cruzaron a la vez que su cuerpo se ladeaba para ignorar sin modestia al humorista frente a ella.

—Oye... —El hombre extendió la mano, tentativa, hacia Leiah, pero se detuvo a medio camino—. ¿Con quién tengo que hablar para comprarte?

Leiah, anonadada por lo serio que sonaba el hombre, lo encaró sin disimular lo mucho que le irritaba su presencia.

—No estoy en venta.

—¿Perdona? Oh, disculpa. ¿Eres una Preparadora o algo?

Su confusión parecía tan genuina que la joven en venta no pudo menos que sentirse ofendida.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora