bad boy ━━ [#1] jeon jungkook

『 O84 』

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Kim Cleo June

—¡JungKook! —volví a gritar cuando cerró la puerta.

Alterada me levanté de golpe, pero plantar tan fuerte mis pies en el suelo me hizo chillar.

Mierda... Fue jodidamente doloroso.

Pero bueno, no me queda de otra.

Había leído que en la historia original de la sirenita cada vez que ella daba un paso sentía mil cuchillas clavarse en sus pies. ¿Era algo similar a esto lo que sentía?

Las escaleras eran una tortura. Apenas estando en ellas oía a JungKook casi gritar entrecortadamente sin decir algo coherente. Al llegar lo ví queriendo irse, pero mamá en frente de él trataba de frenarlo interponiendose en su camino, como una muralla en la puerta.

JungKook estaba muy alterado y le rogaba a Cassidy permitirle pasar, pero ella no entendía nada y con lo que sucedió ayer no lo dejaría irse así.

—JungKook quiere ir...

—¡Debo volver a mi casa! —terminó de decir antes que yo.

—Jeon...

—¡Se hará daño y debo evitarlo!

—¿Quién? ¿Por qué? —preguntaba Cassidy aún sin entender nada.

—¡Mi madre...! ¡Ella...!

Debía detenerse porque entre sus bruscos movimientos y gritos se estaba quedando sin aire, pero él no reparaba en ello, no se permitía respirar correctamente. Era tanta su desesperación que estaba perdiendo toda paz y serenidad que me había costado conseguir en él.

—Respira, JungKook. —le dije ya a su lado, dando pequeños toques a su espalda para que se tranquilizara.

Sus labios entreabiertos lo hacían respirar con mayor facilidad y él lo hacía como si acabara de volver de una carrera, como esas que nos echamos cada vez que estamos juntos en la calle.

—¡Por favor, debo ir! —rogó una vez más, jadeante.

—Hay que ir, mamá. —le dije, mirándola más preocupada por JungKook que por cualquier otra cosa.

—Suban al auto. —dijo y fue la primera en salir.

No quiero por mis patitas, pero otro riesgo a tomar por él.

Ambos subimos a los asientos del auto, JungKook se lo veía a punto de un paro cardíaco, aunque también ansioso y mareado. Con su cabeza baja parecía estarse lamentando, pero al verlo a los ojos, como estos cambiaban de dirección pareciendo mirar mil cosas a la vez, me decía de todos los pensamientos que lo hacían sentir más nervioso.

—Cuando lleguemos, yo entraré. —advirtió Cassidy— Ustedes se quedan en el auto.

—¿No quieres equiparte con un palo antes? —le aconsejé por su seguridad.

Si esa señora estaba, entre comillas, "bien" (muchas comillas), me preocupaba lo que podría hacerle a mamá. Aunque, ahora que lo pienso, no sé si debería temer por la seguridad de Cassidy o por la de esa señora en caso de intentar atacarla.