VII: Disculpas

157 27 16
                                    

—¿Por cuánto tiempo tendré que verlos con esas caras de perro hambriento? —preguntó Darko, caminando detrás de Harry e Ivory.

Las pisadas del guerrero resonaron en la arenilla combinada con la nieve mientras caminaban por la extensa avenida del mercado. El viento ligeramente furioso sacudía sus cabellos, mientras los abrigos danzaban entre sus piernas. Las personas que iban a comprar, pasaban por sus lados con indiferencia. Apenas se detenían a hablarles o mirarlos. Las únicas que les regalaban una mirada eran las mujeres, pero ellas iban más pendientes de Darko, notó Harry.

Era un alfa, después de todo, vestido de negro y con el cabello ya rozándole los hombros, custodiando a dos omegas. Las miradas que le brindaban no era más que de admiración y coqueteo. Harry se obligó a no recordar la vez que llegó a Nymeria y Louis hizo el anuncio de su matrimonio.

La manera en que la gente lo había recibido.

Aquí no era más que un desconocido, un omega común caminando con sus amigos y soportando coqueteos estúpidos, cuando hacía un mes él pudo haber sido un rey.

Agachó la cabeza y miró el suelo, sumergiendo sus manos en los bolsillos de su abrigo grueso y peludo. Nada haría que la situación pasada con Ivory cambiara. Él había cometido un error. Pero admitirlo ahora, tocar ese tema ahora, cuando solo quería estar acostado y no tener interacción con nadie más que con el silencio... no le apetecía en lo absoluto. Quería actuar diferente, pero algo dentro, como una jaula llena de cadenas y púas, le impedía explicar a los demás el dolor que lo carcomía y recorría sus venas. Ese dolor lo dejaba flotando en la nada, con la boca llena de palabras y llantos, las cuáles lentamente se transformaban en rocas que no podía expulsar.

Ivory bufó y se cruzó de brazos, su mirada se dirigió a los puestos de venta en vez de Harry. Mantuvo su mentón en alto mientras miraba las calaveras de chivos colgando en las puertas para ahuyentar los malos espíritus y presagios, pero Harry lo miró bajo su propio pesar. Su amigo miraba la carne recién cortada y fresca. Los trozos de piel de animal para crear guantes o ropa. El fuego de las antorchas siempre encendidas en las orillas de los puestos logró hacer que su cabello rojizo luciera como uno más con el fuego. Y no importaba. Ivory estaba en todo su derecho en no dirigirle la palabra o ignorarlo.

Harry suspiró y siguió avanzando frente a Darko. La calle principal de Momoru era angosta y poblada, muchas personas transitaban y compraban comida de paso. Sin embargo, lo único que llegó a llamar su atención, fue el idioma que esas personas utilizaban. La manera en que hablaban era muy diferente a todos a pesar de provenir de la misma cultura vikinga que él.

—Chicos, vengan —llamó Darko.

Al girarse, vio que Darko estaba de pie frente a un puesto pequeño de armas. Caminó hacia él con los hombros encorvados mientras Ivory lo seguía desde una distancia apropiada.

Su amigo observaba una bandolera de cuero para sus armas con atención. Harry observó con cautela la que traía puesta ahora. La bandolera de Darko estaba rota en algunas partes, con los bolsillos desconocidos y flojos. Había quedado de esa manera tras la batalla en Sekgda. Bajó la vista hacia la mesa con objetos: carteras, estuches, carcaj, escudos, amuletos, todo estaba puesto pulcramente sobre un mesón de madera, donde un mantel negro cubría la mayor parte. Los ojos de Harry se concentraron en uno de los escudos que reposaban en el suelo y se mantuvieron fijos en el mientras todo a su alrededor se disolvía y el recuerdo de la batalla regresaba.

El único culpable para él de toda esa tragedia era su padre. Él jamás tuvo la decencia de escucharlo, de poner atención a sus palabras. Solo porque era un omega. Solo porque su alfa resultó ser un enemigo. Porque era un elfo, en vez de un alfa. A veces se preguntaba qué quería exactamente Viggo de él. Por qué actuaba de manera tan despiadada con su propio hijo. Y la respuesta llegaba a su misma vez. Viggo había querido un camino de comercio y no le importó recurrir a las estrategias más adversas para conseguirlo. Ese había sido su único objetivo hasta ahora. Pero su ambición dañó incluso a quienes él amaba y ahora... Quedó solo. Tal como Harry.

The king's heart (l.s) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora