XXV: Nido

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Louis contemplaba el jardín cuando volvió con Zimo. Sus ojos observaban la lejanía mientras sus manos estaban entrelazadas detrás de su espalda. Había vuelto a usar pendientes en sus orejas puntiagudas, al igual que la pintura plateada y brillante en sus párpados, la cual parecía brillar más de lo usual ante el sol. Harry se acercó a él, con el sudor perlando sus sienes y manchando su ropa.

A unos pasos, Wooyoung estaba de pie con las manos detrás de su espalda. No lo miró cuando se acercó.

—Hola —saludó Louis, empleando un tono de voz suave.

Harry ocultó una sonrisa.

—Hola.

—¿Cómo estuvo el entrenamiento de hoy? —Harry hizo una mueca al recordar sus fallos —¿No fue bien?

—Fallé. Comencé a usar el arco. —vio que Louis alzaba sus cejas, sorprendiendo —, tengo que seguir entrenando hasta poder... lanzar las flechas al blanco mientras corro.

—Entiendo.

—Pero para eso... debo quedarme un mes al menos.

—¿Qué?

Louis ladeó la cabeza, sin asustarse o lucir confundido ante la mención de quedarse más tiempo del necesario. Harry suspiró y pasó una mano por su cuello. Estaba tan tenso que podría tumbarse en la cama y llamar a cualquiera que le diera un masaje. Louis observó sus movimientos en silencio.

—Yo... tengo que hablar contigo —confesó finalmente —, ¿Entramos?

Louis tardó en hablar. Su cuerpo se había tensado, pero se hizo a un lado y extendió su mano como invitación para que caminaran hacia el interior de la casa. Harry avanzó por la pasarela hasta ingresar adentro. El aroma de Louis se había tornado denso a su alrededor. No le había agradado para nada el asunto.

Avanzaron por el pasillo hacia la escalera, ambos seguidos por Wooyoung. Harry no le dijo nada. El chico hacía custodias frente a la puerta de vez en cuando y traía prendas de vestir. Pero necesitaban privacidad ahora así que...

—Wooyoung, no nos sigas, por favor.

El ex desertor no dijo nada, pero su mirada de fastidio no pasó desapercibida. Harry le escuchó murmurar algo entre dientes antes de da la vuelta y desaparecer por uno de los pasillos del segundo piso.

Ingresaron a la habitación que compartían ahora. En donde una bañera con agua tibia ya lo esperaba para su baño diario. Sin esperar a que Louis cerrara la puerta, Harry se deshizo de sus prendas húmedas por el sudor y se sumergió dentro del agua caliente. El calor hizo que sus músculos se relajaran al instante y que un gran alivio recorriera su espalda. Por Aeris, le dolía hasta las sienes. Tomó uno de los paños que reposaban en la orilla de la bañera y comenzó a limpiar su piel mientras buscaba la manera de cantarle a Louis lo que estuvo planeando con Zimo.

En la espera, Louis tomó asiento en la cama que compartían. Sus ojos azules no se movieron del cuerpo de Harry. Quien limpiaba sus piernas y la espalda cuidadosamente con el paño y el jabón aromatizado. Las cicatrices hechas por Viggo, a pesar de no ser gruesas y sobresalientes, se podían ver claramente.

—¿De qué quieres hablar? —consultó Louis. Su voz sonó casi atorada en su garganta.

Harry dejó el paño a un lado y apoyó sus brazos sobre el borde de la bañera. El agua cayó por su piel hacia el suelo cuando dejó descansar su mentón encima de ellos.

—Yo estoy... planeando un regalo para ti —dijo tranquilamente. Saboreando la sorpresa en el rostro de Louis cuando lo dijo. Seguramente su alfa había esperado otra cosa con respecto a Davian. 

The king's heart (l.s) #2Where stories live. Discover now