LXV: Combate

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Las pisadas de los caballos dejaban huellas en el lodo. Sus relinchos eran bajos, roncos y por sus hocicos el aire emanaba en tenues vahos blanquecinos. No se avistaba la profundidad del bosque ante la espesa neblina mientras caminaban hacia el valle. La silueta de los árboles lucían como negras manchas distorsionadas, sus ramas como los dedos de un espectro. Harry afincó el agarre de sus manos en la rienda de la yegua, respirando profundamente para calmarse, pero el sabor del hielo en el aire le dejó un regusto amargo en la lengua.

¿Así sabía la magia? Se preguntó. ¿Así sería el mundo desde hoy en adelante si Denébola ganaba?

Sus manos se tensaron más, provocando que la yegua se detuviera por un breve segundo. Harry fue a hacer un sonido con la boca, tal como Louis le enseñó, pero aquel sonido murió en sus labios cuando Louis extendió una mano hacia él y la puso sobre su muslo. El cuerpo de Harry se tranquilizó y la yegua, como si estuviera conectada a él, volvió a caminar en el silencio estremecedor del bosque. No tuvo valor para pronunciar algo bajo ese silencio pero le dedico una mirada a modo de agradecimiento a su alfa.

Louis no quitó la mano de su muslo en todo el trayecto hacia el valle de Gen tampoco, como si tenerla ahí le proporcionara claridad a su mente.

Siguieron avanzando por el bosque, recorriendo el mismo camino que los días anteriores cuando Louis, Lord Elías y Harry fueron a observar el valle de Gen. La neblina no cambió de densidad y pronto Harry notó los rizos más pesados al humedecerse. La nariz tornarse roja. Miró a los soldados detrás de ellos. Iban en silencio. No podían levantar sospechas de que iban hacia allá aunque Denébola ya los esperara. La concentración estaba puesta en el bosque, a las criaturas que podrían atacarlos. Así que nadie tuvo la valentía de hablar. Aun así, Harry los miró. Los estandartes permanecían inmóviles. Los cascos de cada hombre relucía apenas y se empañaba por el frio.

El valle de Gen comenzó a hacerse visible a los pocos minutos, una extensión de tierra plana y césped escarchado. Los soldados con escudos adelantaron el paso y los rodearon por seguridad mientras que los escuadrones del fondo se iban al bosque y camuflaban. Harry llevó una mano al arco. El arco que lo conectaba su tierra y le brindaría la oportunidad de matar a aquellos que le quitaron todo. Les quitaron todo.

Observó cada sitio del bosque mientras llegaban a la pequeña colina. Advirtiendo ahí abajo a Denébola. Encabezaba su escuadrón e iba vestida con una armadura de acero. Su cabello negro lo llevaba trenzado a los costados de su cabeza y el rostro... Era una burla. Harry lo supo. Se había maquillado como él. Dos líneas decoraban sus pómulos. Harry alzó el mentón. La sangre en sus venas hirvió cuando conectó su mirada con la de ella a pesar de la distancia.

El ejército de Rebeldes estaba conformado mayoritariamente por vikingos alfas, quienes aguardaban ahí abajo con los escudos frente a sus pechos.

—Si arman el muro de escudos —dijo en un tono de voz bajo, solo para que Louis escuchara —, debemos lanzarnos cuerpo a cuerpo contra ellos.

—¿Muro de escudos?

—Es una técnica de pelea vikinga. Los alfas pondrán los escudos ante ellos para protegerse. Si lo hacen, debemos igualarlos y hacerles retroceder al bosque. Las trampas deberían activarse cuando las pisen.

Louis frunció los labios, en su rostro se leyó perfectamente las palabras de represalia. Harry chasqueó la lengua.

—No... recordé que Denébola podría saber sobre eso.

—Descuida. Le informaré a los soldados mientras avancemos.

Harry asintió. Debió haberlo previsto e informado en la reunión aunque no estuvieran seguros de que Denébola usara esa técnica a la hora de combatir. Louis hizo a su caballo avanzar un poco y se volteó, dándole la espalda al valle. Su mirada pasó por casa hombre en los escuadrones.

The king's heart (l.s) #2Where stories live. Discover now