LI: Evacuar

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El palacio estaba plagado de ellos.

Los Rebeldes rompían los ventanales e ingresaban por ellos, rompían puertas y lanzaban mesas. Los cristales estallaban contra sus armas y bañaban los pasillos, para luego ser pisados y triturados por sus botas. Escalaban las paredes, las torres, las rocas. Sus gruñidos remecían cada muro y desesperaba a todo el personal. Los gritos de la servidumbre, de los niños, hacía eco por todas partes y la sangre...

La sangre manchaba todas las baldosas, fluía en dirección a las escaleras, manchaba las paredes, a los soldados y guardias que intentaban proteger las puertas. Los floreros, las paredes y cuadros, yacían impregnados en aquel liquido carmesí en un intento de retener la muerte. Pero ella estaba aquí, esperando.

Harry subió las escaleras de las mazmorras con ayuda de Wooyoung y se apoyó en la pared en el extenso pasillo cuando lograron llegar arriba y respirar el aire fresco de la noche. La cabeza aún le daba vueltas y un dolor atronador se apoderó de sus sienes, pero aunque quiso concentrarse en ese dolor para que terminase, su mirada fue hacia el suelo. Donde se dio cuenta que la situación era peor de lo que había pensado. Los guardias que custodiaban la entrada a las mazmorras estaban desplomados en el suelo, sus pechos abiertos y vacíos, como si le hubieran robado el corazón y otros órganos... Notó la bilis quemarle la garganta, las náuseas ascender por su estómago e incitarle a vomitar. Cerró los ojos con fuerza y miró a otro lado, respirando a cuestas mientras la imagen de esos cuerpos se grababa a fuego en su mente. San debió de luchar contra ellos u otro Rebelde lo había hecho y ese... le robó sus órganos.

Sus corazones.

¿Para qué? ¿Por qué robaría un corazón, pulmones, hígados? Y lo peor, ¿Cómo es que San logró entrar? Sin embargo, a Harry no le sorprendía que hubiera podido hacerlo sabiendo que la mayoría de soldados partieron con Louis y la seguridad de palacio había descendido considerablemente. Esos ancianos... habían llevado a todos a las áreas limítrofes de Nymeria, dejando a merced el puerto, por donde esa bruja había llegado. Tragó la poca saliva de su boca y miró al pasillo. Los gritos se alzaban cada vez más, las pisadas desesperadas remecían el suelo. El ruido de los cristales, de las puertas siendo derribadas... Recordó cuando Louis entró a Sekgda. Como él se había escondido bajo la cama con Alden, para que esos mismos soldados que ahora luchaban, no lo encontraran.

—Al parecer entraron por los pasadizos ocultos, majestad. La princesa Libelle los vio salir por uno que da acceso al trono —dijo Wooyoung, sacando un cuchillo de su bota.

—¿Pa...sadizo?

Ciertamente, no tenía idea de que este palacio los tuviera. Pero de ser así... cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared. Esto debía ser una pesadilla.

—La escuché advertirle a lord Narel —continuó Wooyoung, tomándole la mano para dejar una daga en ella —, que esos pasadizos dan al bosque. Se hicieron para momentos como estos.

No respondió. Pero su mente trabajó rápidamente en una manera de evadir a esos Rebeldes y salir de palacio antes de acabar con el cuello cortado. Había que encontrar a San también, antes de que él llegara con Denébola. Pero no se podían usar esos pasadizos, por donde esos Rebeldes entraban como hormigas. No tenían más opción que ir al salón y usar las grandes puertas.

Otro grito agudo estalló en la inmensidad del palacio. Una sirvienta... luego aquel grito se perdió hasta convertirse en nada. Las manos de Harry temblaron al oírlo, su corazón golpeó una y otra vez contra su pecho.

Alden...

No podía dejar de recordar a Alden y como él no pudo salvarlo. Como no pudo salvar Sekgda de una ataque como este.

The king's heart (l.s) #2Where stories live. Discover now