X: Despertar

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Estaba sentado bajo la sombra de los árboles de palacio. El sol acariciaba su rostro con dulzura, como si también estuviera feliz de volver a verlo. Harry sonrió y estiró su cabeza hacia atrás para aprovechar cada rayo sobre él, mientras el viento sacudía sus rizos perfumados. La vida en Nymeria siempre era de otro mundo. Era como vivir continuamente entre el dulce del polen y la fruta. Cálido y tranquilo. Beber de ese aire fresco, de ese sol dorado, mientras el sonido de las aves tintineaba en sus oídos, era algo que Harry veía muy difícil de reemplazar y de aburrirse.

Suspiró, feliz, cuando sus rayos de sol fueron eclipsados por una sombra.

Abrió los ojos, sonriendo mucho más cuando los azules ojos de Louis se conectaron con los suyos. Ambos pintados con aquel brillo plateado sobre sus párpados perfectos, la corona relucía sobre su negro cabello. Louis rodeó una de sus mejillas con sus manos, las cuáles no tenían ninguna pizca de oro en sus dedos y recorrió su pómulo con su dedo pulgar. Con sus dedos rascó suavemente su nuca. Harry ronroneó ante ese toque que con el tiempo se convirtió en algo tan familiar y reconfortante.

Louis rio suave, se inclinó y plantó un beso en su boca. Tan delicado como el roce del viento que ahora pasaba entre los vellos de sus brazos desnudos. El corazón de Harry se detuvo por completo.

—Lamento interrumpir tu descanso. Pero hay que regresar a palacio. La reunión comenzará pronto. 

Harry iba a responder, pero aquella imagen tan exquisita se trizó frente a sus ojos y, a cambio, trajo una muy diferente.

Dio un brinco bajo las mantas y abrió los ojos de súbito al despertar. No estaba en palacio y no se sorprendió que no fuera así. Incluso en el sueño que había tenido supo que lo que veía no era nada real. Lamentablemente seguía en Momoru, pero no en la habitación que le designaron junto a Ivory y Anika. El lugar donde estaba era cálido y olía a hojas de menta combinadas con eucalipto y manzana. Harry estaba acurrucado en una cama dura y con solo una frazada de piel encima, mientras el fuego en una chimenea crepitaba frente a él, calentando su cuerpo y enrojeciendo sus mejillas.

Confundido, se sentó lentamente y observó el cuarto. Era un consultorio, o eso concluyó que era al ver las repisas llenas de frascos, jarabes, cuencos, paños y una mesa amplia para llevar a cabo las cirugías como las que ejercía Cyra. El suelo tenía una amplia alfombra negra y en las paredes colgaban ramos de hierbas secas; los cráneos de chivos colgaban desde el techo como amuletos de protección y las velas que pendían de los postes iluminaban tenuemente el lugar. Una ventana circular permitía ver el cielo gris afuera y por como el techo se elevaba en punta, comprendió que esa habitación estaba situada en el último piso de la casa real.

Sin embargo, no estaba solo. Un hombre se hallaba sentado detrás de un escritorio circular mientras una montaña de libros lo cubría, a pesar de eso, Harry pudo vislumbrar su cabello canoso sobresalir entre los lomos. El hombre revolvía una taza, la cual le entregó a... Ivory. Su amigo la recibió agradecido y procedió a beber. Le daba la espalda, por lo que seguramente no escuchó ni vio cuando Harry se despertó.

El hombre tenía una barba canosa y vestía los trajes de Momoru. La única diferencia de los otros era que, el de él, tenía un cinto rojo en la cintura y las ropas eran blancas. De su cuello caía un collar con una gema que él no reconoció, pero que era tan blanca como el hielo. El hombre llevó su atención a él. Sus ojos eran negros como la noche y caminó al instante a la cama donde se encontraba. Harry se apartó un poco, sin saber si desconfiar o sentirse tranquilo. Ivory estaba ahí, por lo que supuso que no debía temer.

—Ha despertado —dijo el hombre, inclinando su cuerpo con los brazos pegados a los costados de su cuerpo a modo de reverencia —. Soy el médico de la condesa Novalie. Mi nombre es Takumi.

The king's heart (l.s) #2Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum