XXXV: Beso erróneo

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La casa real fue decorada con varias flores y ramas con hojas secas, las cuáles dejaron puestas en los arcos del techo y paredes. Velas encendidas en sus pedestales iluminaban la instancia de manera cálida y acogedora, mientras la mesa que antes estaba en el comedor, fue puesta en medio del salón para que todos se sentasen y comieran para despedir al rey de Nymeria y desearle suerte en el nuevo viaje. Harry, después de hablar con Libelle, tomó un baño caliente y descansó por la tarde en el nido para, en la tarde, arreglarse y presentarse ante todos.

Cuando lo vieron bajar y aparecer fue imposible no darse cuenta que todas las miradas recayeron en él. La marca no pasaba desapercibida y él se aseguró de que fuera así. Escogió llevar una camisa normal, pero el cuello lo dejó a medio abotonar mientras sobre sus hombros cargaba un abrigo sin mangas de color negro. Louis iba detrás de él, tomando distancia como siempre, pero estando presente y enviándole seguridad a través del lazo.

Harry tomó una gran inhalación y alzó el mentón cuando se pararon en el umbral de la puerta. Una sonrisa modesta apareció en su rostro mientras algunas de las personas con las que convivió estos dos meses se acercaban y lo felicitaban. Harry inclinó su cabeza y susurró tímidos gracias, intentando acostumbrarse a la sensación de que lo vieran. De ser el centro de atención y conversación. Por el contrario, Louis parecía bastante orgulloso de haber dejado su cuello morado y con las costras sobresalientes que dibujaban perfectamente su mordida.

Viggo se acercó después de que Novalie le diera un fugaz abrazo. Su padre miró su cuello, luego sus ojos. Harry dejó de respirar por un breve segundo cuando su presencia lo golpeó cruelmente. Cuando el olor de él le trajo todos los recuerdos de su niñez.

—Tu madre... —empezó a decir, con la voz medio quebradiza —, sé que no tengo el derecho de nombrarla pero... Ella habría estado feliz y orgullosa de que encontraras a tu pareja.

Harry tragó el repentino nudo espinoso que se formó en su garganta a cuestas. Las palabras quedaron resguardadas en la punta de su lengua y no eran para nada despectivas o molestas, esta vez quiso agradecerle a su padre, pero el orgullo... él no pudo responder. Se mantuvo con la cabeza gacha mientras Viggo volvía a hablar:

—Yo también estoy orgulloso —puso una de sus grandes manos en su hombro a la vez que la contraria iba a su mentón y se lo alzaba. Harry sintió su mentón temblar cuando contempló las pupilas verdes de su padre —, serás un gran líder. Un gran conde. Un buen rey.

Harry abrió la boca mientras sentía sus ojos cristalizarse, pero su padre se alejó antes de que él pudiera decir algo. Antes de poder decirle que quizás ya era tiempo de dar el paso y dejar todo atrás. Avanzó para ir en su encuentro, cuando vio a Darko ingresar al salón en compañía de Estelle. Inevitablemente quedó congelado cuando vio a la chica que llevaba su cabello suelto adornado con una corona de flores, ir del brazo de Darko íntimamente. Su amigo usaba su típico abrigo negro y el cabello suelto. Sus ojos habían vuelto a estar delineados y una luz alegre llanaba su mirada.

Harry no lo había visto en todo el día. Escuchó su voz cuando despertó, pero ante la oferta de Novalie para que cuidara Momoru en las torres de la entrada, verlo durante el día era casi imposible.

—Iré con Novalie —le dijo Louis, inclinándose a su oído a la vez que cubría su mejilla con su mano enguantada. Harry alzó la mirada al instante —, ¿estás bien?

—Sí —respondió, respirando profundamente —, me tomó por sorpresa lo que dijo Viggo. Es todo.

—Lo sentí.

—Creo que iré a hablar con él.

Louis ladeó una sonrisa. Como si ni él se creyera eso. 

—¿Le darás tu perdón?

The king's heart (l.s) #2Where stories live. Discover now