EXTRA 2: Teatro

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El carruaje aparcó frente al nuevo teatro construido en el centro de Nymeria. Era un edificio de piedra y mármol de color gris completamente cerrado. Los estandartes del reino flameaban a los costados de las anchas y monumentales puertas. Había árboles alrededor de la estructura y una pileta en donde el agua caía con esplendor en medio del jardín. Por las escalinatas subían diferentes personas, tanto de linaje alto como bajo. El teatro estaba abierto para todo público.

Esa noche, Louis lo había llevado para que pudiera presenciar lo que era una sinfonía en vivo. Un regalo que él había tenido intención de darle. El problema era que, ahora, Harry no sabía cómo demonios pagárselo o darle un regalo que se igualara a esto.

La puerta del carruaje fue abierta por un mozo y Harry tuvo la oportunidad de ver el teatro de mejor manera al asomar la cabeza. Su boca se abrió al escuchar la música provenir de ahí dentro mientras el aire frío del invierno acariciaba sus mejillas y le sacudía el cabello. El cielo estaba nublado y un aroma a leña combinado con el húmedo de la lluvia navegaba por toda la ciudad. Harry bajó con cuidado del carruaje mientras los soldados lo rodeaban y mantenían a la gente a una distancia propicia. Muchos se acercaron a saludar y Harry les devolvió el gesto con una inclinación de cabeza. Pero cuando Louis bajó... poco a poco fueron guardando silencio. Otros decidieron alejarse.

Louis vestía un abrigo que lo cubría por completo, de cuello alto y con botones de plata. El cabello caía por su frente, algo desordenado, mientras la corona dorada le daba un aspecto aún más gélido de lo usual. A Harry no le gustaba admitirlo, pero aquel nuevo cambio de estilo en su cabello castaño, le hacía ver mucho más atractivo que antes. Le daba un aire elegante y poderoso. Louis extendió una mano hacia él y Harry entrelazó su mano con la suya. El calor de su alfa atravesó los guantes que traía puestos.

Los que le había regalado en Momoru.

—¿Qué te parece? —preguntó cerca de su oído, con voz ronca.

Harry alzó el mentón y avanzó a su paso hacia las puertas, seguidos de los guardias y dos soldados. Prefiriendo envolver el brazo de Louis y apoyar la cabeza en su hombro. Había decidido usar una capa de color bordó, con un traje blanco debajo. Y ató algunos mechones rizados con broches de perlas diminutas a los costados de su cabeza.

—Seguiré regañándote por estar gastando dinero en mí.

—No del todo —se excusó Louis, mirando las anchas puertas de madera oscura con orgullo —, es un bien para la capital. Pero... es un regalo para ti, más que para ellos.

Harry no quería creerlo. Habían discutido durante los desayunos y almuerzos sobre esto. Louis se había encaprichado con querer construir un teatro para él. Un lugar en donde pudiera ir a divertirse, ver obras, escuchar música en vivo, y pudiera estar a salvo a la misma vez. El teatro estaba rodeado de soldados y guardias, aunque nadie pudiera verlos. Igual que armas. Demasiadas armas escondidas en las paredes y en el suelo.

No le había creído.

No lo había hecho cuando Louis llegó una tarde y le enseñó los papeles. Un contrato. Menos que lo había construido para él. En su honor. Decidió pensar que era para todos. Más para los afectados por la guerra que para su entretenimiento. Perfectamente el concierto de hoy, se podría utilizar para reunir dinero y ayudar mucho más de lo que ya habían sido a los afectados.

—Acéptalo, tesoro —prosiguió Louis, admirando los tallados y los pilares en el interior cuando avanzaron por el pasillo largo. Se detuvo y le rodeó las mejillas —, es todo tuyo.

—Louis... es... Es demasiado.

—Nunca es demasiado cuando se trata de ti. No seas humilde. No hoy.

The king's heart (l.s) #2Where stories live. Discover now