XLIV: Encuentros inesperados

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En el tiempo en que los lores fueron llevados a las habitaciones que ocuparían para descansar y dormir ante la celebración de la boda, la que duraría alrededor de dos días, el comedor fue arreglado de tal manera, que gente que Harry no había visto jamás pudo sentarse en las mesas.

Dos largos mesones cubiertos por manteles blancos y bordados, yacían en medio del salón con arcos en el techo tallados y tapiz de flores en las paredes, mientras que en su mesa solo estaba él y Louis, ambos frente a esos dos mesones. Había candelabros, bandejas cargadas en pasteles con cremas de diferentes colores y pétalos de flores comestibles. Carnes, salsas y un montón de vino dispuesto para saciar la sed de los invitados. Harry no se había cambiado de atuendo, pero sí se había quitado la túnica de seda para tener mayor movimiento mientras comía. Si es que era posible teniendo los ojos de Gaelen sobre él. Louis no había pasado por alto la atención que el lord ponía en su pareja.

Y por dentro le ardían las entrañas. Lamentablemente no podía hacer mucho. Molestarse porque alguien miraba a Harry era caer bajo y demostrar que su temperamento o autocontrol era nula. Al menos Harry solo contemplaba las mesas, la decoración que eran floreros y cintas doradas alrededor de los ventanales, en donde la ciudad se mostraba en todo su esplendor.

Louis, en los días ya transcurridos en los que habían llegado a palacio, se tomó todo el tiempo del mundo para contratar todo lo necesario para hacer de estos días los mejores para Harry, y para él, por supuesto. Había contratado a músicos, los cuáles ahora estaban en una esquina del salón brindando sonidos dulces y armoniosos para acompañar la comida. Sabía cuanto a Harry le agradaban, siempre lo pillaba en los pasillos del palacio mirándolos por los ventanales y apoyándose en los balcones. Como si quisiera salir y sentarse con ellos.

Su omega se había alegrado de verlos ahí y ahora comía mientras su cabeza se mostraba inclinada hacia los músicos. Louis lo miró de soslayo, Harry bebía la última gota de vino de su copa y la dejaba en la mesa para proseguir comiendo. Al instante, se inclinó a su oreja.

—¿Más vino?

Harry negó, ladeando una sonrisa.

—Quiero algo más fresco —pidió —, agua tal vez.

—Hay néctar de durazno —tomó otro jarrón de plata y llenó su copa hasta la mitad, el olor de la fruta voló en el aire hacia ellos —, ¿todo está bien? He visto que Gaelen no ha apartado sus ojos de ti. —Harry tomó la copa y se encogió de hombros —¿Te molesta?

—Un poco. Pero no se puede hacer nada.

—No —Louis acarició su mentón con la mano, viendo como Harry volvía a beber del néctar. Él se sirvió también y miró a Gaelen a lo lejos, sentado junto al primo de Harry y su pareja. La chica le platicaba sobre algo que el lord no ponía atención.

Sin embargo, jugó el mismo juego, más guiado por su instinto que por otra cosa. Miró a Gaelen fijamente. Se apoyó en el respaldo de su silla, con la corona sobre su cabeza y dejó caer su brazo en el respaldo de la silla de Harry. Demostrando con ese simple gesto que quien él miraba era de su propiedad.

Gaelen cruzó una mirada con la suya. Louis entrecerró sus ojos y alzó el mentón. Harry, a su suerte, estaba más concentrado en los músicos que en aquella estúpida escena de celos y marcar territorio. Gaelen al instante apartó la mirada y respondió a las palabras de su pareja.

No volvió a mirar a Harry.

Louis sonrió triunfal y fue a darle un sorbo a su copa.

—No creas que no sé lo que acabas de hacer —soltó Harry, aun mirando los músicos —, eres el hombre más celoso que he conocido en toda mi vida.

The king's heart (l.s) #2Where stories live. Discover now