XL: Un fiel seguidor

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Cuando los y las sirvientas acabaron de prepararlo para el desayuno y ver al sastre, fueron a ordenar la cama y el baño. Harry se quedó sentado frente a su tocador, mirando su reflejo como si fuera la primera vez que veía su rostro. En comparación a antes... las ojeras se habían reducido, sus mejillas mantenían un grosor saludable al igual que todas las partes de su cuerpo. Lo que fue hace un año se había evaporado.

Habían tomado mechones de sus rizos y los entretejieron con pequeños broches con perlas, mientras que a sus ojos le añadieron el maquillaje que Louis siempre usaba. Aquel polvo brillante de color plateado. Ahora sus párpados centelleaban en un tono casi translucido que iluminaba su piel y resaltaba el color verde de sus ojos. La ropa era simple. Según las sirvientas, era mejor usar algo fresco dado que el sol en esta época de primavera se tornaba pesado. Su camisa tenía la espalda descubierta hasta la mitad y sus hombros iban descubiertos mientras unos pantalones holgados estilizaban la parte inferior de su cuerpo.

Si no fuera por sus orejas redondas y el porte bajo, habría parecido un chico nacido en estas tierras.

Escogió unos aretes pequeños que hicieran juego con sus broches y, mientras los insertaba en el lóbulo de sus orejas, miró a Wooyoung que se había detenido a mirarlo también. No habían hablado desde que llegaron a Nymeria. En el viaje cruzaron una o dos palabras. Wooyoung dio un respingo al encontrarse con su mirada y se volteó para tomar la ropa sucia. Harry a veces se preguntaba si el chico se sentía denigrado. Si esta vida era la que había esperado tener, pero cuando veía su cuello, esas preguntas se disolvían. Obviamente, Wooyoung había creado un futuro junto a su alfa.

San.

Se enderezó y miró el cuello. Ya no estaba morado como hace un mes, pero la marca lucía amarillenta. Casi borrada. Puso los labios en una línea tensa y se giró. Apoyó su mentón en el respaldo de la silla mientras Wooyoung se enderezaba.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó con tranquilidad.

Wooyoung tardó en responder. Por como sus hombros se tensaron, dudó en si dirigirle la palabra.

—No sé a qué se refiere.

—Sabes a qué me refiero.

Wooyoung no respondió de inmediato, miró la ropa en sus brazos, después los muebles para proceder a encogerse de hombros.

—Cyra me ayudó —murmuró —, me dio algo en el barco cuando me encontró retorciéndome de dolor en el sótano.

En el sótano... Harry se enderezó, notando un nudo en el estómago.

—¿Por qué fuiste ahí? Recuerdo haber sido especifico cuando te dije que ante cualquier problema recurrieras a mí.

Wooyoung volvió a encogerse de hombros.

—Fui a morir —contestó, dejando caer la ropa sucia a uno de los canastos —, sentí que era mi hora.

Negó rápidamente, intentando no demostrar lo horrorosas que eran esas palabras.

—Debiste buscarme. O a Louis.

—¿Y qué podrían haber hecho? No pueden quitar una marca.

Harry apretó sus labios y se levantó, miró a las sirvientas pero ellas continuaban sumergidas en sus trabajos. Al menos no eran metiches como las anteriores. Debía suponer que serían fieles al ser sirvientas de Libelle. Caminó hacia Wooyoung y paró ante él con los brazos cruzados. Wooyoung no se movió. Demostró que no tenía miedo de él o a lo que fuera que le iba a decir, lo que, por supuesto, era solo una máscara. Harry contempló que apretaba sus manos y que su frente tenía imperceptibles líneas fruncidas. Su mandíbula se marcaba más de lo usual, lo que le confirmó que apretaba los dientes.

The king's heart (l.s) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora