XXI: Luciérnagas

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Los ciudadanos continuaban arreglando sus puestos de venta que Los Rebeldes habían destruido en la extensa avenida del mercado, cuando Harry y Louis fueron a dar un paseo nocturno con la idea de despejar la mente y estirar las piernas. En algunos momentos Harry ayudaba a levantar las tablas junto a bolsas mientras que Louis tomaba los productos desparramados alrededor y los posicionaba en cada tienda. A cambio, algunas mujeres le dieron en recompensa un par de monedas, las cuáles Louis se reusó a aceptar. Pero, con la insistencia de ellas, no le quedó más remedio que tomarlas y cerrar la boca.

Harry mantenía su brazo entrelazado con el de él y le señalaba con el dedo los lugares que él ya había conocido con Ivory en su estadía. El calor de Louis atravesaba su abrigo y entibiaba el frío que se mantuvo vivo en su corazón. Hacía tiempo que una sonrisa delicada no se mantenía en su rostro y se combinaba perfectamente con sus ojos. Que una sensación armonizada y regocijante recorría sus extremidades. Se sentía flotando en un nube, caminando por un prado de flores al tener a Louis a su lado observando Momoru con un rostro inexpresivo, pero con su aroma exponiendo lo que realmente sentía en el fondo. Su alfa estaba feliz. Tranquilo. Y eso era lo único que Harry pedía para él para siempre. Para ellos.

Pero en su mano continuaban las monedas pequeñas y brillantes. Harry quitó su brazo del de Louis y las tomó. Louis no dijo nada, pero a cambio, rodeó su hombro y lo atrajo a él mientras continuaban caminando a paso lento sobre la nieve y el cielo nocturno. En toda la relación, jamás se dieron el tiempo de hacer algo similar. Pasear como una verdadera pareja. La única vez que lo hicieron, Harry lo odiaba.

Pero ahora...

No hubo titubeos para Harry en rodear la cintura de Louis y apoyar su cabeza en su pecho.

Escuchó un suspiro imperceptible por parte de Louis. Su mano apretar su cuerpo.

—Puedo acostumbrarme a esto —comentó.

Harry alzó la cabeza y frunció el ceño.

—¿A qué te vas a acostumbrar?

—A dar paseos contigo. No hacía algo como esto desde mis... diecinueve años. Resulta relajante —Louis bajó la mirada y vio las monedas en la mano de Harry. Hizo una mueca —. Devolveré esas monedas.

—Te las dieron —recordó Harry, meciendo el dinero como si se tratara de piedras —, ellas no te miraron como un extraño o... algo peor. Además no tienes dinero. Devolvérselo sería muestra de desagrado.

—Claro que tengo dinero. Solo que no está conmigo ahora.

Harry rodó los ojos y recibió un leve pellizco en su hombro, el cual le robó un chillido.

—¡Louis!

Su alfa rio e inclinó para depositar un breve beso en su frente. Harry no quitó su rostro enfadado por aquel pellizco. Sin embargo, Louis aprovechó que estaba con la guardia baja para quitarle las monedas nuevamente. Se alejó de él y volteó en dirección opuesta por donde habían venido.

—A dónde vas —llamó Harry, acercándose a pasos apresurados hacía él —. No le devuelvas el dinero. Se sentirán mal... ¿Qué?

Louis se había parado frente a un humilde puesto que a cuestas volvía a ser lo que fue tras el ataque. Un anciano estaba sentado detrás del mesón con una barba blanca y esponjosa. Sus ojos mantenían una opacidad que solo se podía atribuir a la tristeza de perder todo un trabajo de años. Harry notó como su estómago se tensaba y empezaba a pesar en su sistema. Se acercó a Louis a pasos cortos y contempló lo que había en el mesón: guantes, pulseras, aretes, pañoletas, maquillaje.

—¿Puedo ayudarlo en algo? —consultó el hombre.

Harry vio pequeños cortes alrededor de su rostro. El cabello canoso y las manos que ya enseñaban su edad. Tomó la mano de Louis, pidiéndole en silencio que se fueran. Pero se sorprendió al ver que Louis giraba la cabeza rápidamente y miraba su mano como si lo hubiera quemado.

The king's heart (l.s) #2Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon