LXXIII: Nuevo conde

162 44 18
                                    



Ivory ordenaba frascos y cuencos con hierbas frescas, explicando en voz alta para qué servía cada una. Harry escuchaba con atención y asentía cuando comprendía la importancia de ellas. Cuando Ivory acabó de poner los frascos, apoyó las manos en el mesón que con Cyra compartía en la tienda abierta. Una camilla yacía en un extremo, mientras mantas, toallas e instrumentos conocidos esperaban ansiosos ser usados.

La tienda de Ivory era la principal en el campamento. Después de ella, se extendían en forma lineal las demás. Los soldados heridos eran cargados por sus compañeros a ellas, mientras que los rebeldes que consiguieron sobrevivir al hechizo, eran interrogados por los médicos más experimentados, entre ellos Cyra. Era la única que no había descansado del todo. Día y noche, había estado pendiente de cada herido. Aunque a Harry le preocupaba, por más que le ordenara que se quedara quieta, Cyra no lo hacía.

—Has aprendido mucho de medicina —reconoció, dejando de mirar a Cyra para hablar con Ivory. Él se encogió de hombros, restándole importancia.

—Es divertido e interesante.

—No pensé que te acabaría gustando y dedicando a esto cuando no te gusta ver sangre.

Ivory sonrió por lo bajo y tomó asiento en uno de los bancos cerca del mesón junto a él. Subió sus pies a la barra de abajo y apoyó los codos en sus muslos.

—No me gusta provocar que alguien sangre. Pero sanarlos me reconforta.

—En Sekgda habrías sido un curandero.

—No. Cassian me habría cortado la cabeza antes de siquiera considerarlo.

Harry tensó los labios, pero no respondió a eso. Porque era cierto. Cassian lo único que deseó para Ivory fue que se convirtiera en un poderoso guerrero o en el omega de un alfa al cual debía esperar en casa, era tan sobreprotector, que Ivory apenas pudo comenzar a desarrollarse ahora. En Momoru. Harry volvió a mirar el campamento, al cielo. Aquel estaba tan azul como el primer día que llegó al reino. El calor pronto derritió el hielo de Denébola y calentó la tierra.

—Hay mucho que hacer —comentó —, mucho que limpiar.

—Eso es lo de menos —aseguró Ivory —, lo importante es que todos estamos vivos.

—Sí... menos la madre de Louis.

Ivory alzó ambas cejas ante la sorpresa y miró el palacio. De seguro no se esperaba una confesión como esa tan temprano.

—¿Lo dices en verdad? ¿No despertó?

—¿Por qué crees que ayer no volví a salir? Me quedé con Louis. Dijo que llamó a Anika para preguntarle si había esperanza, pero ella le confirmó que la reina no volvería a la vida ante los años que ha estado bajo el oro —Harry hizo un mohín con los labios —, no quise decirle a Louis ayer... pero tengo el presentimiento de que Denébola hizo algo con ella. De todos modos, aunque así fuera, no indagaré en eso. Por el bien de Louis y de todos. Es mejor... que se queden así ¿O no?

Ivory sopesó sus palabras con cuidado, pero acabó asintiendo y apoyándolo.

—Sí. A mí por lo menos, no me gustaría saber que una bruja hizo algo con el cuerpo de mi... madre.

Harry asintió, sabiendo en el fondo que eso era cierto. Ivory preferiría que le mintieran sobre como murió su madre, a saber que un hombre desertor abusó de ella hasta matarla y que Cassian apenas la había vengado. El grito de un hombre en las tiendas continuas rompió el silencio. Harry e Ivory alzaron la cabeza y miraron hacia allá. Unos soldados que observaban arrugaron el cejo ante el dolor de oír a uno de los suyos gritar.

The king's heart (l.s) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora