LXXII: Palacio

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Harry acomodó la manta sobre el cuerpo de Louis cuando lo recostaron en una de las carretas cerradas. Las ordenes fueron claras y, tras estar a solas con su alfa en la tienda, ambos recostados y siendo conscientes de todas las puertas que ahora se les abrió, el campamento fue desarmado. Para cuando la tienda de ellos fue desinstalada, Harry le pidió a Zimo y Darko que llevaran a Louis a una de las carretas predispuestas para los heridos. Pusieron almohadones y una manta sobre ella, para hacer del viaje lo más cómodo para el rey.

La fiebre había bajado y el aspecto de Louis mejoró, pero el decaimiento y el dolor en la pierna aún se reflejaban en su manera de hablar o en la imposibilidad de moverse libremente. Mientras arreglaba todo, acomodó la corona sobre el cabello de Louis y besó su frente fugazmente, provocando que una pequeña risa emanara desde los labios de él.

—Ya... arruinarás mi reputación.

Louis le sonrió y tomó su mano cuando se sentó a su lado. Harry se encogió de hombros. No le importaba que la gran reputación del rey se arruinara y que darle unos cuantos besos en la frente le hiciera ver poco temible.

—Nada me va a retener ahora —se defendió, dejando otro beso en su frente —, viajaré aquí contigo, pero antes iré a hablar con Erix.

—Deberías descansar —Louis acarició el dorso de su mano. Ya no usaba los guantes. Sus dedos limpios y sin rastros de venas doradas, lucían hermosos bajo la luz del sol veraniego. Normales.

—Descansaré una vez lleguemos a palacio —calmó —, no debo suponer una carga para ti ahora que estas herido.

—También has sido herido en batalla.

—Golpes superficiales. No te preocupes. Me encargaré de todo mientras te recuperas.

Louis lo quedó viendo. Sus ojos detallaron cada aspecto de su rostro, para luego suspirar y sonreír con orgullo. El azul de sus orbes centelleó.

—No sé qué haría sin ti —confesó, en un tono de voz tranquilo —, sabía que podrías con esto. Estoy... orgulloso. Me siento afortunado de que seas mi pareja destinada.

Harry ocultó una sonrisa, a la vez que notaba el hormigueo del lazo en el cuello y calidez en el vientre. Una emoción muy diferente de todas las que antes había experimentado. No hubo nudos en su garganta, ni el estómago contraído, solo paz... Una enorme paz y alegría. Antes de evitarlo, una sonrisa sincera y grande apareció. De poder, se habría lanzado sobre Louis.

—Muy pocas personas se sienten orgullosas de mí.

—Soy tu alfa, debo estar orgulloso de ti —rio, alzando la mano para rodear su mejilla —, siempre supe que tu fortaleza y espíritu eran valiosos. Naciste para esto.

—Ya... creo que estar herido te hace más sensible de lo habitual.

—Tal vez.

Harry rio, mirando a los soldados y campesinos que ayudaban a subir todo a las carretas con las que alcanzaron a huir de Nymeria. Darko caminaba entre ellos, asesorándose de que todo estuviera en orden, mientras Cyra guardaba sus maletas con las pocas medicinas que le quedaron. Harry había designado a Zimo y Darko como sus manos derechas ahora. Al menos por estos días mientras las cosas volvían a su lugar. Ni estando loco permitiría tener a alguien venenoso a su lado, susurrándole bestialidades en el oído, como había sido con Iain. Pensó en comunicarle a Louis la situación con él, pero no veía necesario ahora que ha estado alejado y con los labios sellados. Si volvía a molestar... Harry decidió arrebatarle el título.

—¿Dónde está Libelle?

Ante la pregunta de Louis, el cuerpo de Harry se tensó levemente. El corazón le dio un leve vuelco ante el nerviosismo y el recuerdo de que, tal vez, la reina madre estuviera en palacio. Viva.

The king's heart (l.s) #2Where stories live. Discover now