LXXI: Libre

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La reunión transcurrió a un ritmo lento, pero seguro. Los lores que se pudieron presentar aportaron en la conversación con tranquilidad y comprensión. Harry había opinado de las circunstancias que ahora los comprometían y que aún no debían darle la espalda. Llegaron a la conclusión de volver a Nymeria esa noche, para que Louis pudiera descansar apropiadamente en sus aposentos y recibir las medicinas que, ante las palabras de Cyra, acelerarían su curación.

Sin embargo... Lord Elías no tardó en reclamar lo que le correspondía, las pérdidas que tuvo en la batalla y que Nymeria debía reponer. Harry tuvo la necesidad de rehuirle la mirada, encogerse, pero recordó que, en unas tiendas más allá se encontraba un Louis debilitado, cansado y herido por su culpa. Y que en otras, muchos moribundos, personas enfermas y heridas, necesitaban regresar a su hogar a obtener la asistencia correspondiente. Así que, aunque no le agradó en lo más mínimo el trato que Lord Elías mantenía con él a pesar de todo, le sostuvo esos ojos de diferente color y expuso sus opiniones, sus pensamientos, sus corazonadas, en un tono de voz alto, seguro, a pesar de por dentro temblar.

—Nymeria responderá, Lord Elías. Se le brindará dinero y provisiones para su retorno a Valera, como también, sus sodados más heridos podrán permanecer en nuestra capital para recuperarse. Se alzará un campamento y se usarán los recintos propicios para que, quien necesite, pueda descansar.

Lord Elías entornó los ojos y acarició su barbilla. Tenía las manos rojas y plagadas de rasguños. Su brazo estaba cubierto por un vendaje.

—No sé si creer en la palabra de un omega al cual su gente murmura cosas inapropiadas de él a sus espaldas.

El silencio en la mesa cayó. Narel ladeó una sonrisa desde su asiento y miró a Harry de pies a cabeza, pero no empleó ninguna palabra. Libelle rodó los ojos mientras negaba. Harry esperó que ella lo defendiera, pero cuando la miró, ella hizo un gesto con la cabeza que él interpretó como un "defiéndete". Pasó saliva y recordó como semanas atrás todos, sin ninguna excepción, susurraron cosas tan terribles.

No culpaba a Lord Elías de no querer confiar en él. Pero ya era momento de tomar el cargo que se le había sido asignado. De demostrar que sí podía con esto. Demostrar que la confianza que Louis tenía sobre él, sus alardeos, no eran en vano.

—Tiene libertad de creer o no... —dijo, dejando expuestas sus dos manos sobre la mesa mientras la corona de repente perdía peso en su cabeza. Se había vestido con unos pantalones apretados y una camisa holgada. Sin tanto maquillaje como antes —, verá con sus propios ojos que lo que le he dicho será cumplido. Cuando estime conveniente, puede partir a Valera con las carretas y la caravana lista.

Lord Zayn, teniendo el brazo vendado y sujeto a un cabestrillo para mantenerlo en lo alto, asintió lentamente. Harry aprovechó de dirigirse a él también en la mesa.

—¿Usted no necesita nada, Lord Zayn? Por lo que oí, Edenva...

—Solo necesito provisiones como comida y armamento. De lo demás no se preocupe. Cuento en la capital con todo para cuidar de mi corte.

—Claro.

Harry hizo un asentimiento con la cabeza y suspiró mientras Libelle bebía de su copa de vino y se inclinaba a él.

—Lo estás haciendo bien. Se nota que Louis te está entrenando.

—No digas tonterías.

Ocultó una sonrisa, a la vez que echaba un vistazo a las notas rápidas que hizo en la tienda que compartía con Louis. Él se había vuelto a dormir en su presencia. Tocando su piel. Se había dormido como un bebé. Como si el sueño fuera la primera cosa que probaba en su vida y ya no quisiera soltarlo nunca más. Y así era. Tras ocho años con esa maldición, tras las palabras de Louis respecto a sus pesadillas, volver a dormir debía sentirse como probar un dulce prohibido. Harry cubrió el cuerpo de su alfa con las mantas y dejó un beso en su frente.

The king's heart (l.s) #2Where stories live. Discover now