XXXIX: Malas lenguas

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Dentro del palacio, los ancianos de Haze esperaban frente al trono. Harry notó un leve estremecimiento al verlos ahí de pie, usando sus túnicas de un tono ceniza, con las cabezas rapadas. Como si esperaran a dar una sentencia a muerte. Los hombres enfocaron sus miradas en Louis para proseguir a él. Si les incomodó verlos vestidos con sus ropas ya sucias por el viaje, no lo dejaron ver en sus rostros fríos.

Louis fue con la cabeza en alto hacia ellos aun sosteniéndole la mano. Detrás, Niall, Libelle, Ivory, Viggo y los demás le seguían. Sus pasos hacían eco ahí dentro. Se detuvieron ante ellos y Harry echó un rápido vistazo al salón. Aquel continuaba como lo recordaba. El trono de mármol, inmaculado frente al gran ventanal, lucía poderoso. Las flores habían sido cambiadas ese mismo día por lo que se podía ver y el suelo se notaba brillante. Un leve aroma a manzana y bosque flotaba en el aire, seguramente provenientes de afuera.

Uno de los ancianos, que Harry reconoció hace un tiempo como el portavoz del consejo, hizo una reverencia ante ellos.

—Iain —saludó Louis —, espero mi ausencia no haya traído muchos problemas.

—Los hubo, majestad, pero los sobrellevamos con fuerza. sin embargo, hay zonas destruidas a las cuáles no se les ha podido ayudar todavía. 

—Lo he notado —confirmó, refiriéndose a las zonas destruidas a lo lejos de la ciudad. Donde los Rebeldes atacaron.

Iain retrocedió, dando paso a otro de los ancianos para que hablase. Él tenía los ojos de color ámbar.

—Majestad. Los documentos e informes están en su despacho. Pedimos cuanto antes una reunión con usted. Se deben discutir temas delicados y urgentes.

Louis inhaló y apretó la mano de Harry. Tardó en hablar, pero cuando lo hizo, el cansancio se percibió en su voz.

—Primero deseo ir a mis aposentos y refrescarme un poco. El viaje ha sido agotador. Más tarde podemos reunirnos en la sala. Mi pareja también necesita descansar. Nuestro equipaje debe ser llevado arriba.

Ante esas palabras, cinco sirvientes se movieron desde sus esquinas sin que nadie los llamaran o apuntaran. Harry los siguió con la mirada. Ellos recorrieron todo el salón a toda prisa hasta salir por las puertas. Sin embargo, cuando regresó su atención a los ancianos, ellos lo miraban fijamente.

—Majestad —llamó Iain, en un tono de voz más alto que antes —, perdone mi atrevimiento pero ¿Qué tiene Harry Strøm en el cuello?

Aunque no quiso, notó el cambio en Louis con claridad. El cuerpo completo de su alfa se tensó e incluso su respiración fue más forzada que antes. Harry relamió sus labios, esperando la ola de preguntas, las caras largas, el enfado y el repudio. Debía soportarlo, se dijo a sí mismo. Nada de lo que estos hombres dijeran importaba ahora. Sería el rey. Y Louis era su pareja. No habían hecho nada malo. Cumplieron con el deber. Además... ya fue suficiente de reproches.

—Cuando la reunión inicie les explicaré qué cosas cambiarán desde ahora en adelante con la presencia de mi consorte y omega. Espero, claro, que ustedes no hagan problema, después de todo, lucharon y me incentivaron a llevar esta unión a cabo por el bien de mi reino.

Iain alzó ambas cejas, su mejilla tiritó un poco pero no demostró su enojo. Harry aun así lo olió en él. Denso.

—¿Se han marcado? —preguntó —, pero majestad, usted es un elfo.

—Mestizo —corrigió, en frente de todos. Harry bajó la mirada al suelo, consciente en ese instante de que su padre estaba ahí.

Viggo... probablemente vería como los elfos trataban a los de afuera.

The king's heart (l.s) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora