XXVII: Convertirse en un cruel rey

245 45 36
                                    







El rostro de Wooyoung, la única manera que existía para describirlo, era amarga y fiera. Su cabello lacio y negro caía alrededor de su cara mientras esa pañoleta continuaba puesta alrededor de su cabeza. Estaba de pie detrás de Harry, peinando sus rizos con un esfuerzo nulo. Harry tenía que hacer todo lo posible para no hacer muecas por los tirones a propósito que le daba. Morder su lengua para no gritarle. Aunque podía llamarle la atención e incluso echarlo por ser meramente su sirviente, la realidad distaba mucho de la molestia que dejaba entrever en su rostro. Harry sentía lastima de él.

Tras lo ocurrido en el pasillo, el color bolaceo en el cuello de Wooyoung no desapareció. Se tornó verdoso como si fuera un moratón. Ojeras pronunciadas aparecieron debajo de sus ojos rasgados. Harry no podía quitar sus ojos de esa mordida que parecía haber sido impregnada en veneno. Recordaba que en Sekgda, cuando su aldea gozaba de vitalidad, corrió el rumor por años de que, cuando el alfa entraba en celo y estaba separado de su compañero a causa de trabajos o infidelidad, la marca del omega se tornaba purpura y dolía como si los músculos por dentro de hubieran retorcido y rotos. Harry nunca vio algo parecido en sus años de vida, pero por como Wooyoung retenía las lágrimas y apretaba la mandíbula, supuso que el dolor descrito era real. Él lo estaba soportando.

No sabía si preguntar. Existía una franja muy grande entre ambos. Louis confiaba en este chico por conveniencia y el chico permanecía a su lado para poder sobrevivir y salvar a San. Sin embargo, nadie podía asegurarle a Harry que esto fuera una completa verdad y la estrategia más sensata. Wooyoung quizás también se había infiltrado para obtener información de primera mano sobre Louis y llevarla a San.

Harry lo observó fijamente a través del espejo. Wooyoung fruncía sus cejas, apretaba sus labios hasta fruncirlos mientras peinaba su cabello con los broches sin cuidado. Vestía completamente de gris y cicatrices habitaban en su labio, mejilla y frente. La vida de desertor no era para nada fácil. Tampoco digna.

Wooyoung le jaló un rizo, a la vez que un jadeó brotaba desde el fondo de su garganta y ponía las manos detrás de la silla de madera para no caer. Harry se giró. Alarmado por como el rostro del ex desertor cambiaba drásticamente a un rojo afiebrado. Wooyoung desprendió un aroma ácido a la vez que sus ojos se cristalizaban. No era pena o tristeza lo que le hizo flaquear, sino dolor físico.

Harry se puso de pie, rodeó su cintura con un brazo y lo condujo a la cama, donde Wooyoung se sentó sin chistar. 

—¿Estás bien?

Wooyoung no respondió. Sus nudillos se tornaron blancos mientras apretaba sus manos y apoyaba los codos en sus rodillas. Harry no evitó observar la marca en su cuello, pero esta continuó de la misma tonalidad. Su olor había llenado la habitación, con notas metálicas como si fuera sangre. Ese era el olor que los omegas emanaban cuando el alfa estaba lejos. Cuando todo empezaba a desmoronarse en la relación. "El olor enfermo", como se decían en su aldea. Ese era el aroma que le avisaba al omega que el alfa estaba en celo. Que necesitaba de él. Quien fuera quien mordió a Wooyoung, ahora mismo estaba en celo.

Harry tensó sus labios. No sabía qué hacer realmente, pero su intuición e instinto, le dictó que Wooyoung necesitaba descansar, beber liquido y estar tranquilo.

—Iré a buscar a Takumi para que te atienda —avisó, pero antes de dar un paso lejos, Wooyoung lo detuvo por el brazo.

Harry se volteó, viendo en el rostro del ex desertor una furia fría que no iba dirigida a nadie más que a sí mismo.

—No te vayas —jadeó, perlas de sudor se crearon en su labio superior —, no necesito ayuda.

—Estás pálido.

The king's heart (l.s) #2Where stories live. Discover now