LXVII: Hilo

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Harry gritó.

Un grito desgarrador y cargado en desesperación surgió desde el fondo de su pecho, afilado. Los brazos le temblaron ante el intento inservible de alejar las fauces del ruiner de él. El aliento de la criatura ardía sobre su piel por los gruñidos e intentos de morderlo, el aliento era una combinación de sangre, metal y carne podrida. Harry cerró los ojos, apenas pudiendo respirar mientras empujaba con sus brazos esa enorme boca oscura y plagada de colmillos filosos.

Tenía que ganar. Tenía que vencer. Tenía que matarlo. Si había podido vencer a Kamari, podía hacerlo de nuevo.

Podía...

Harry abrió los ojos, si sacaba una de las manos para tomar la espada... No. El tiempo se le vendría en contra y el ruiner conseguiría destriparlo. Si alejaba por un segundo sus manos, sería el fin. Jadeó, respirando entre dientes mientras sentía sus codos crujir.

Alguien exclamó su nombre en la distancia, luego la voz de Louis cortó el viento cuando gruñó.

Louis.

Intentó verlo entre la desesperación y la agonía, consiguiendo distinguir su silueta en la lejanía por el brillo de su espada dorada.

—Louis —susurró bajo las incontenibles respiraciones —Louis.

Era el único que podía salvarlo. Ellos, sus soldados o Darko, eran los únicos que podían impedir su muerte ahora. El ruiner empujó otra vez y Harry gritó más alto cuando sus brazos ardieron ante la fuerza que seguía llevando a sus músculos. No iba a flaquear y no sacaría los brazos a menos que sus huesos se trizaran. Pero no se daría por vencido. No lo haría por Ivory, por Alden, por Louis. Porque mañana sería un nuevo día y ambos iniciarían una vida. Una vida normal.

La cola del ruiner golpeó cada costado de su cuerpo, haciendo remecer la tierra. La lengua salió por su hocico e intentó lamer el rostro de Harry, pero él se alejó, cerrando los ojos y no pudiendo hacer más que gritar. Y gritar. 

Notó las lágrimas resbalar por sus sienes, alzó una pierna y pateó el pecho del animal, pero como si hubiera chocado contra una pared, el ruiner no se inmutó. Volvió a gruñir, alzando una pata y enterrando las garras a pocos centímetros del rostro de Harry. Él chilló, abriendo los ojos cuando esas garras levantaron la tierra y se llevaron consigo restos de hiedra mojada por la lluvia y lodo. Harry volvió a patear el tórax duro y escamoso. El ruiner se lanzó hacia él y, mientras gruñía, la fuerza de su cuerpo y complexión fueron disminuyendo gradualmente. Harry respiró con la boca, sus brazos temblando mientras la boca del ruiner se achicaba, achicaba, hasta distorsionarse frente a sus ojos como una pesadilla. La piel transmutó a una más clara y las escamas cayeron como si la lluvia las estuviera derritiendo.

Los ojos hundidos y oscuros del ruiner cambiaron a unas pupilas negras. El cráneo tomó la forma de uno humano y con cabello.

Humano.

El ruiner había sido un humano encerrado en ese cuerpo todo el tiempo.

La última comida que ingirió amenazó con salir por su garganta. La bilis le quemó en el pecho mientras veía como esa criatura rugía y sus gritos se distorsionaban y dejaban entre ver la de un hombre. Harry dejó caer los brazos al suelo y se arrastró por el lodo mientras el ruiner cambiaba de forma y su piel se lavaba como si pintura estuviera siendo borrada. Se cubrió la boca con una mano temblorosa y lastimada. Los ojos llorosos no se apartaron del monstruo, de cómo su cuerpo cambiaba y una nube oscura lo rodeaba, para dejar a la vista a San.

—No puede ser.

San sonrió. Su cuerpo completamente desnudo estaba plagado en cicatrices. La mirada que Harry había conocido definitivamente se había diluido en el rostro del mercenario. Los ojos que ahora tenía eran lechosos y sin vida. La mirada de San era horrible, era mucho más horrible y escalofriante que antes. Y lo peor...

The king's heart (l.s) #2Where stories live. Discover now