Marco Méndez
Como todos las mañanas me levanto a la hora exacta y me preparo para ir a la empresa. Ya listo acomodo mi corbata y rocío un poco de perfume en mi cuello. Me doy una última mirada en el espejo asegurándome de estar bien arreglado y camino hasta la puerta para salir. Bajo por las escaleras para dirigirme a la cocina.
Al llegar frunzo mi entrecejo al ver a mi abuelo tratando de alcanzar sus medicamentos desde su silla de ruedas. Este al sentir mi presencia se estabilizó en su silla y se giró hacia mí con una sonrisa algo tímida.
Sabe que lo que estaba haciendo era muy peligroso. Una vez tratando de alcanzar sus medicamentos se resbaló la silla de ruedas y el calló al suelo haciéndose daño. Sabe que por esa razón se le pidió contratar a la sirvienta esa para que lo atienda en situaciones como estas.
-¡Marco, hijo! ¿Qué haces levantado tan temprano? -dijo indiferente. Lo mire serio.
-Siempre me levanto a estas horas abuelo, ni más ni menos. -caminé hacia él -Tú dime ¿Qué hacías?.
Lo vi vacilar un poco en responder, -Sólo iba a tomar mis medicamentos que están ahí muy altos. -señaló unos gabinetes -No los alcanzo, pero ya le iba a pedir a Rocío que me los pase.
¿Rocío?, Rocío es una de las empleadas que mantiene limpia esta casa, siempre se la pasa ocupada como para atenderlo. ¿Para qué está su empleadita?.
-Rocío no es la empleada que contrataste para que te ayude en estas cosas, abuelo. ¿Por qué no le dices a la maleducada de tu nueva empleada que te ayude?, ¿para eso se contrató, no?.
-Se llama Jane, Marco. -dijo sereno. ¡Y me importa una mierda su nombre!. -Sí, sí, como sea . ¿Por qué no está aquí contigo?.
Mi abuelo se queda callado por un momento como si pensara lo que va a decir.
-La mandé a comprar unos tabacos... Seguro no tarda en llegar. -Lo miro incrédulo. Esa es la mentira más grande que pudo haber dicho. ¿De cuando a donde él fuma?, tengo entendido que los únicos que fumamos en esta casa somos mi padre y yo.
Lo miro con mi entrecejo de lo más fruncido y lo vi tensarse.
-No fumas, abuelo. ¿Para qué querrías tabacos?. Además si fumaras no tendrías que mandar a comprarlos porque de eso sobra en la oficina de mi padre.
Lo veo posar su mirada en un punto fijo en el suelo. Y se que va a buscar otra excusa por la que la castaña esa no ha llegado. ¿Tanto le agradó cómo para defenderla?.
-No he dicho que son para mí, Marco. Mandé a comprar esos tabacos pensando que ya se les habían acabado a tu padre. -¿Es enserio?, ¿va a seguir cubriéndola?.
-Abuelo, mientes y es mejor que me vayas diciendo desde ahora porqué tu sirvienta no ha llegado. -dije molesto.
Lo vi soltar el aire que al parecer contenía y me miró.
-Estoy seguro que ya casi llega, no tengo prisa para tomar mis pastillas, no es malo tomárselas después de una hora. -Lo sabía, mentía. -¡Por Dios, abuelo! Tienes que tomar tus medicamentos a la hora exacta que te pidió el doctor. ¿Prefieres enfermar por estar esperando a la impuntual de tu empleada a que llegue a la hora que le de su gana?. -empiezo a alterarme.
-No es para tanto Marco, aún es temprano.
-No me importa lo temprano que esté, no puedes pasar la hora que se te estableció. Y todo esto es culpa de esa.. -iba a decir una grosería, pero estoy delante de mi abuelo. No quiero que piense que el maleducado soy yo.
-A ver Marco, tranquilízate. No haces nada con enojarte, tal vez se le presentó algún inconveniente o puede ser que.. -¡No es excusa!, abuelo. Si en realidad le hubiese pasado eso, hubiese avisado ¿no?. -dije furioso.
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Bajo Tus Encantos ©
RomanceJane, una chica humilde que además de joven y responsable, se gana la vida en trabajos que no cumplen con lo necesario de asegurar un futuro. Esta ya ha perdido las esperanzas de tener el futuro que tanto ha deseado, pero sí se esfuerza para que otr...