Capítulo 39 -Sólo No Puede Ser

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¿Se irá?...

No puede ser así, soy yo la que debe irse. Es su casa, no la mía.

Me quedo pensativa, mirando el fuego enfrente de mí, reviviendo cada momento de esta noche en mi mente. Desde su arrebato al traerme hasta acá, nuestros besos, nuestras caricias y finalmente lo sucedido hace unos momentos. Pensar en su rostro desencajado, con una expresión tensa luego de haber escuchado mis frías palabras, me hace apretar los ojos.

Reconozco que fui muy dura con él, no pude retener el dolor que sentía dentro de mí, que terminé afectándole más de lo que pretendía. Quería hacerle sentir humillado, quería desquitarme de alguna forma. Pero realmente yo soy la única culpable de todo, yo quise esto y cuando pude detenerlo, no quise.

Miro a mi alrededor y todo sigue a oscuras, salvo la luz de la chimenea que ilumina la sala. Me da un poco de pavor estar sola en este inmenso espacio, casi sin nada de luz, así que enciendo una lámpara a mi lado y me acomodo en el mueble. Hace mucho frío, pero la chimenea ayuda un poco.

No dejo de pensar en cada momento vivido de este día, siento tanta tristeza, mi corazón ha tenido suficiente por esta noche...

***

El sonido de un vehículo acercase me hace despertar, al igual que también escucho el canto de unos pájaros.

Inmediatamente caigo en cuenta en el lugar que estoy, y de inmediato los recuerdos se me agolpan haciéndome sentar en el mueble de un sobresalto. Una frazada, que al parecer estaba a mi alrededor, se cae al suelo y me pregunto si Marco tuvo que ver. Anoche me quedé tan rendida que no desperté en ningún momento.

Siento una leve punzada en mi brazo, está un poco hinchado por la torcedura de anoche, casi ni se nota.

Alzó la vista y me fijo en una bandeja encima de la mesita. Esta tiene unos panes que se ven muy apetecibles, acompañados de frutas, una taza de té de manzanilla y un vaso de agua con una píldora y debajo de este vaso una nota. No pienso dos veces en agarrarla y leer su contenido.

Come esto y cuando te lo hayas terminado, toma la píldora, puedes hacerlo con confianza...

Marco.

Inmediatamente recuerdo el momento en que me entregué a él y siento un escalofrío recorrer mi cuerpo, lo hicimos sin protección, es necesario tomar la pastilla.

En silencio empiezo a comer el pan delicioso y el té que no se puede negar lo rico que está. ¿Dónde estará Marco? ¿Habrá salido y el coche que ha llegado es él?.

Como algunas que otras fresas rápidamente y luego tomo la píldora. Mientras dejo el vaso en la bandeja veo a Doña Flor entrar por la puerta de entrada de la casa, con algunas bolsas de compra y me encojo en mi lugar cuando ella posa su mirada en mí. Me sonríe.

–¡Buenos días querida!–dice dejando las bolsas y acercándose a mí.

Por un momento se me había olvidado que ando toda desaliñada y por inerte peino mi cabello con mis manos y me apeno.

–Buenos días... que pena que tenga que verme así–digo avergonzada.

–Descuida, igual eres hermosa–dice dulcemente–Marquito sí que tiene suerte.

Marco...

No demoro en preguntar por él.

–¿Dónde está?...

–Oh pensé que sabías–meneo la cabeza en una negativa y ella prosigue–. Al parecer no quiso despertarte. Él fue a rescatar su auto robado, la policía llamó muy temprano. Fue encontrado abandonado en una calle poco transitada.

Bajo Tus Encantos © Where stories live. Discover now