Capítulo 40 - Adíos

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¿Se va a ir del país?

¿Por qué?

–Mamá, es algo que debía de haber hecho hace mucho...–dice Marco mientras mira a su madre tomándola de los hombros.

–Pero no es necesario, cariño... ¡Tu padre tiene todo bajo control allá!–dice Sonya sorbiendo por la nariz intranquila.

¿De qué hablan?

No dejo de pensar en Marco yéndose a otro país... ¿se irá para siempre?. La sensación de vacío en mi pecho me deja estática ¿Por qué de repente siento miedo?...

–Pero a ver... a ver, Sonya querida... Tranquilízate–se le acerca la señora Mónica para tomarle de la mano y calmarle–. ¿Pero por qué te vas? ¿Sucede algo malo?–Pregunta preocupada mirando a Marco.

Él sólo niega con la cabeza, luce exasperado.

–Nada de eso... Sólo es que...–se detiene al hablar y me mira.

No me había dado cuenta que estaba escuchando una conversación la cual no me incumbe, hasta que escuché sus duras palabras.

–¿Puedes hacer el favor de retirarte? No deberías estar escuchando una conversación totalmente ajena a tí, vete–sus ojos destilan veneno. Mi corazón se estruja. Sí que me odia.

El general me mira y la vergüenza no me cabe en el cuerpo.

–Perdón, con permiso...–digo casi en un susurro. Cuando voy a voltear para irme el general habla.

–Disculpa Jane, ya luego si necesitamos algo te avisaremos querida–me da una mirada extrañamente dulce. Asiento y avergonzada me voy al pasillo que lleva a la cocina.

Me detuve para esconderme detrás de una pared cerca de ellos sin que me vean. No soy de las personas que hace esto, pero necesito saber qué sucede y el porqué Marco se va. No sabría poder estar tranquila con la curiosidad.

–Sólo es por asuntos de trabajo...–dice Marco. Y no sé porqué de repente siento alivio.

Sólo es por trabajo...

Mi corazón se infla y me regaño a mí misma por no poder evitar este sentimiento.

–¡No, no es sólo eso!–exclama Sonya–. Se irá a New York a administrar una de las empresas de su padre, y para eso, necesita quedarse a vivir allá–me asomo y veo que se mueve inquieta–. ¡¿Cómo piensas hacerme eso?! Sabes que eres mi tesoro, hijo... y aunque ya seas todo un hombre, sigues siendo mi niño, sabes que te amo con toda mi alma y no quiero que te vayas de mi lado, sin saber cuándo te volveré a ver...–llora.

Otra vez siento ese vacío en mi pecho...

¿New York? ¿Administrar una empresa? ¿Vivir allá?

Me empiezo a poner muy nerviosa y no puedo evitarlo.

–Mamá, no lleves las cosas al punto de la exageración. Que me vaya no significa que te abandonaré o algo así, sabes que no sucederá, por Dios...–la separa de él y en eso aparece el padre de Marco por la puerta principal de la casa.

–¿Pasa algo aquí?–pregunta ajustando su corbata y dándole los buenos días a los invitados de la casa.

–¿Estás obligando a nuestro hijo a irse? es eso ¿No?–se le acerca Sonya desafiante señalándolo con el dedo índice.

–¿Pero de qué me estás hablando, Sonya?–pregunta confuso.

–Papá no está enterado aún mamá, ya deja de acusarlo–dice Marco.

Bajo Tus Encantos © Where stories live. Discover now