Capítulo 46 - Estás Enamorado

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Marco

Al llegar al departamento, después de un cansado día en la empresa, aparco el coche en el garaje y me bajo. Me dirijo hasta llegar al que es mi piso. Al entrar dejo mi maletín de trabajo en el mueble, seguido me quito el saco y la corbata. Abro las puertas del balcón y salgo para respirar aire fresco y admirar la estrellada noche. Desabrocho varios botones de mi camisa, dejando mi pecho libre. Me siento en unos de los dos muebles del balcón.

La noche es fría... pero me gusta.

Respiro profundamente y saco mi caja de cigarros de mis pantalones. Observo la caja en mis manos por un momento, pero finalmente decido no fumar.

Me he dado cuenta de lo mucho que me he enganchado a fumar un cigarro cuando me siento frustrado. Siendo que me calma... pero también sé que no es bueno para la salud.

No sé por qué de repente recuerdo la cara de disgusto de Jane al oler el cigarro. Recuerdo su hermoso rostro, sus ojos de mar, esos que me envuelven cuando me miran... su cuerpo perfecto.

Inevitablemente pienso en sus besos, esa noche en la que se entregó a mí... Es rara, pero agradable la forma en que me siento cuando recuerdo esos momentos, ese momento único en que acaricié todo su cuerpo, en el que pude escucharla gemir y hacerla temblar de placer por mí.

No sé qué es exactamente lo que siento por ella...

Sólo sé que nunca había sentido algo igual por nadie más.

Porque he sentido mucha atracción sexual por mujeres. He gozado del sexo, he sabido experimentar.

Pero por Jane... por ella... no sólo he tenido una fuerte atracción sexual, sino unas ganas inmensas de poseerla, de tenerla solo para mí. Siento algo inexplicable cuando la tengo cerca. Cuando la tengo cerca, quiero tocarla, abrazarla... sentirla.

Me gusta... me gusta demasiado. Más que eso, me encanta. Lo admito.

Si decidí venirme a New York es para trabajar, claro está. Pero tomé más esta decisión para alejarme de ella, porque quería despejar mi mente... sabía que en cualquier momento iba a explotar. Porque no soportaba verla cerca de ningún otro hombre. Me mataban los celos de verla con el idiota de Chad, y verla coquetear con Hugo, el guardaespaldas.

Sabía que en cualquier momento mi copa iba a rebosar e iba ha cometer una locura.

Esa noche que la vi a lo lejos, en la casa de Chad junto a él, sentí rabia cuando la besó, cuando puso sus manos en ella. Sólo debería ser yo quien la toque de esa manera en que él lo hacía. Apreté mis puños, deseando ir hacia él y apartarlo de Jane. Pero me supe controlar.

Luego seguí a Jane a la que se suponía que era la casa de algún familiar.

La ví allí... tan bella y joven.

No sé exactamente porqué me encontraba allí. Sabía que era la última vez que la vería en mucho tiempo o quizás nunca. Estaba nervioso, quería tocarla y ella no me lo permitía... me frustraba no poder hacerlo. En aquel momento sólo quería besarla y abrazarla, sentía la necesidad de hacerlo. Por un momento quise decirle que sentía algo único por ella... que me gustaba más que a nadie... quise decirle lo mucho que me encantaba. Pero luego tuve que irme de allí con las ganas de decirle todo aquello.

Y eme aquí... Pensando si fue buena idea alejarme de ella.

Me decido ir por un trago y cuando me levanto miro al otro balcón a mi izquierda. Donde hay una mujer morena mirándome seductora. Es guapa, nunca la había visto hasta ahora.

–La noche sí que está bella...–dice mientras le da un trago a una botella de champaña.

La observo.

Bajo Tus Encantos © Where stories live. Discover now