Capítulo 42 - El Juicio

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¿Será que me equivoqué con Marco? ¿Y si hice mal en quererme alejar de él, pensando que es lo mejor para mí?.

Las preguntas en mi cabeza me aturden y me siento en una de las sillas viejas. Siento que mi corazón late rápido, mi respiración es entrecortada y siento la necesidad de gritar. La rabia y la impotencia se adueñan de mi control emocional y siento unas cuantas lágrimas que estaba conteniendo, caer por mis mejillas.

Nunca pensé que podría enamorarme tanto de él ¡Y me da coraje, mucho coraje! porque no sé qué hacer... en estos momentos.

¿Y qué podría hacer? ¿Detenerlo?

La tentación de hacerlo me seduce... pero no puedo aunque quisiera. Marco está decidido, y si le pido que no se vaya, no lo hará... porque él no siente lo mismo que yo por él.

Mi mente está echa un lío, porque una parte de mí quiere dejarlo ir, alejarlo lejos... pero otra parte de mí quiere que se quede a mi lado.

Más lágrimas salen disparadas y silenciosos sollozos salen de mí.

¿Por qué tuve que enamorarme de tí, Marco Méndez?  ¿Por qué?–me pregunto en susurros.

Luego de unos momentos, acordándome que no estoy en mi departamento y que estoy en este lugar para trabajar. Me encargo de limpiar bien mis lágrimas, para que nadie note que estaba llorando, aunque mis ojos deben estar algo rojos, Bianka se daría cuenta.

Doy un suspiro dándome ánimos para salir por la misma puerta que hace unos minutos Marco salió. Cuando salí del almacén me dirigí a la casa por el pasto, pero a mitad del camino escuché mi nombre.

–¿Jane?...

Volteo a ver y me encuentro con Jetro mirándome algo confuso y extraño.

–¿Se le ofrece algo?–digo gentilmente.

–¿Qué hacías en el almacén?...–pregunta curioso enarcando una de sus pobladas cejas blancas.

De repente me alarmo y los nervios no tardan en hacerse presenciar. Sin saber qué responder, menos la verdad... suelto lo primero que se me viene a la mente.

–Pues es que fui a... a responder una llamada de mi celular que era, pues era urgente ¿Sabe?–se me da mal mentir enserio.

Jetro no parece creerme nada porque niega con la cabeza y me mira serio. Trajo grueso rogando en mi mente que no haya visto a Marco salir primero del almacén.

–Jane, no traes tu celular...–por inercia miro mi mano y me siento una estúpida–, tienes los ojos rojos e hinchados lo cual me parece que has estado llorando... y sobre todo... ví a Marco salir de ese almacén hace muy pocos minutos antes que tú–se acomoda sus lentes–. ¿Puedes decirme que está pasando entre ustedes dos?.

Apurada, miro a todos lados sin saber qué responder a eso.

–Entre nosotros no pasa absolutamente nada...–logro especular nerviosa–. Sólo fue coincidencia que...

–No mientas, cariño... no tienes porqué hacerlo–me detiene y me siento avergonzada, me quedo en total silencio. Tengo que aceptar que me pilló con Marco y no puedo hacerle creer otra cosa, este hombre es muy astuto.

–¿Me vas a decir la verdad? ¿Qué ocurre?..–pregunta con preocupación–. Sé que Marco a veces puede ser pesado, pero no creo que aún te esté molestando... sé que algo más está pasando–yo sólo mantengo mi cabeza baja, la vergüenza que siento no me permite alzar la cabeza y mirar a sus ojos luego de haberle mentido–. Puedes confiar en mí, Jane... sabes que no te implicaría en nada... ¿Puedes mirarme?.

Bajo Tus Encantos © Where stories live. Discover now