Capítulo 10 - Me Has Decepcionado

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Marco Méndez

Aún enojado pasé por enfrente de Hugo, ni me molesté en saludarlo. Ahora no estoy de humor para dar sonrisitas. Me dirigí hasta la puerta principal de la casa y entré encontrándome a mi abuelo charlando con Rocío.

Este volteo en su silla y hizo una mueca al verme. Sabe muy bien que estoy enojado porque no despidió a la maleducada de Jane. Le dije que esa decisión la iba a tomar yo, pero él, siempre de buena persona con quien no lo merece.

—A ver, dije que sería despedida —no dije nombre, sabe bien a quien me refiero.

—Ya te dije, Marco. Seguirá siendo mi empleada, y mejor dejemos el tema. Respeta la decisión de tu abuelo. —dijo molesto.

—Piensa bien las cosas, abuelo. Esa muchacha no valora su trabajo. —le advertí mirándolo fijamente a los ojos.

—¿Cómo puedes decir eso, Marco? Recuerda, nunca juzgues a un libro por su portada. Y la estás juzgando a ella sin ni siquiera saber nada de su vida. —pienso en sus palabras. Tal vez sea cierto que me estoy excediendo. Pero uno nunca se puede confiar tanto de alguien.

—Está bien, abuelo. Ya no diré más nada, pero nunca digas que no te lo advertí. Esa muchacha no va a servir en nada. —mi abuelo sonrió y negó con la cabeza.

—Esa muchacha es fuerte, luego no digas nada si ella llega a ser alguien grande en este mundo. Tal vez más que tú, Marco. —no pude evitar reír. ¿Una simple chica ser alguien más grande que yo? Marco Antonio Méndez, hijo de Andrés Antonio Méndez, uno de los más grandes empresarios de este país. Jamás.

Hice caso omiso a sus palabras y me giré para irme a mi recamara.

Al amanecer me alisté y bajé las escaleras. Ya abajo me molesto al no encontrar a mi abuelo ni a su empleada. Más le vale que haya venido hoy, porque sino, no tendré compasión. Camino hasta las oficina del abuelo y al entrar no estaba allí, miré en todos lados pero ni señas.

—¿Busca a su abuelo, señor Marco? —escuché detrás de mí. Me giré y sin esperármelo, choqué con esos ojos verdes azulados.

Jane está con una pequeña bandeja en sus manos, la cual va con algunos medicamentos, supongo que de mi abuelo. Por un momento la observé, su cara no está pálida como ayer, su cabello está recogido en una coleta y algunos mechones sobresalen. Observé con cautela su cuerpo, el vestido está reluciente y se ciñe a su cuerpo perfectamente, puedo observar claramente sus curvas. Sin permiso alguno subo lentamente mi mirada por su escote hasta posarla en sus labios, que hoy no lucen resecos como ayer, lucen rojos y húmedos. Por intuición la vi pasar su lengua y rápidamente la miré a los ojos. Esta me está mirando fijamente y hay un color carmesí en sus mejillas, tragué saliva pesadamente. No sé que fue eso pero de inmediato lo ignoré.

—¿Por qué aún vienes con ese vestido? —dije rápidamente. No es bueno que venga con eso, rebela demasiado y no es debido para trabajar aquí.

Su rostro se desencajó y bajó su mirada hasta el vestido.

—Creo que ya le había dicho que lo uso porque es el único que me va, no hay algún otro que me vaya. —su voz sonó un poco molesta.

—¿Por qué hablas de esa forma?, más respeto. —hablé con frialdad y disfruté al ver su cara de confusión.

—Disculpe, señor, pero en ningún momento le he faltado al respeto. Y si pensó que algún momento lo hice, mis más sinceras disculpas. —habló bajo mirando hacia el suelo. Me encanta que me obedezcan, tener el respeto de todos.

Iba a preguntar por mi abuelo, pero se me vino a la cabeza algo que tenía pendiente con ella. Algo que no voy a dejar pasar por alto.

Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón y la observé serio.

Bajo Tus Encantos © Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin