Club.

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Kanon al verlos ingresar pensó en que hacer de momento, no estaba dispuesto a pagar por entrar a ese sitio, además, no tenía forma de pagarlo si lo estuviera, así que utilizando su cosmos, atravesó la entrada sin llamar la atención.

Siguiéndoles con la mirada, sentándose en una de las sillas altas cerca de la barra, encontrando ese antro muy ruidoso, robándose una cerveza recién servida de la barra, de una pareja que parecía ajena al ajetreo.

Observando como un mesero fue a pedirles su orden y después de brindar con sus tragos, para tomarlos de una sola vez, golpeando de forma ruidosa sus vasos contra la mesa, Minos y Aiacos se alejaron ingresando entre el montón de gente sin sentido común, dejando a Radamanthys sólo, que se pidió otro trago, acomodándose en el sillón, para descansar sus piernas en la mesa, como si fuera el dueño de ese sitio. 

Kanon se sentó en la barra, en un sitio en donde podía verlos, algo en su actitud indicaba que no deseaba que lo molestaran, aunque sabía que muchos a su alrededor, le veían con deseo, pero comprendía que no quería interrupciones.

Unas horas después los espectros seguían inmersos en esa fiesta, parecía que estaban hablando con la verdad, únicamente querían ropa nueva y divertirse un poco, nada de qué preocuparse, se dijo en silencio, tomando un trago a su  segunda cerveza robada, encontrando que el no tener que pagarla como siempre le daba un buen sabor. 

Radamanthys no salió a bailar, ni tampoco lo invitaron, en vez de eso se pidió dos tragos más, un después del otro, limitándose a observar las pareja en la pista, prendiendo un cigarrillo que fumaba con lentitud, cerrando los ojos.

Relajándose en el ambiente a su alrededor, bebiendo y fumando en soledad, para colocarse unos anillos en los agujeros que tenía en su oreja, metiendo su mano en su camisa para poner otro más en su pecho y el de su ombligo, que podían verse a través de su playera.

Espero un poco antes de buscar en la bolsa de su pantalón un collar de cuero, con algunos adornos de oro, con un aro del que colgaba una cadena con tres eslabones, uno de ellos roto, que colocó en su cuello, relamiendo sus labios, para beber un poco más de licor. 

Kanon no entendía muy bien porque se estaba poniendo todo eso y mucho menos, porque lo hacía en público, dándose cuenta que esperaba algo, no sabía qué, pero eso llamaba su atención. 

No creía que fuera un plan oscuro, una meta perversa como temían, solo estaban divirtiéndose, y desde el asiento que había ocupado, se daba cuenta que otros notaron el collar, los piercings, tres hombres y una mujer. 

Kanon se preguntaba si siempre habían sido así, al menos esa vida, como tres chicos comunes, alejados del entrenamiento y de las penurias, tal vez de allí nacía su lealtad ciega, de los favores que Hades les otorgaba antes de morir.

—Pues te equivocaste hermanito, no planeaban nada malo, solo divertirse un poco.

Kanon estaba a punto de marcharse cuando uno de los individuos que observaron ese extraño ritual se acercó a Radamanthys, que le miraba con algo de desagrado, sus pies arriba de la mesa, su trago en su mano derecha.

-Vaya, justo lo que andaba buscando y eso que todavía no he realizado mi carta de navidad… 

Radamanthys relamió sus labios y acto seguido, cuando trato de acercarse a él, tocando su tobillo, lo pateó, ligeramente, tirándolo al suelo, para beber un poco más de su trago, sin prestarle mucha atención al sujeto de cabello negro.

-Piérdete… 

Sin embargo, cuando le ordenó que se marchara, simplemente lo hizo, como si hubiera alguna regla secreta que Kanon apenas entendía, no obstante, llegó otro más, un pelirrojo, delgado, lleno de pecas, que se sentó junto a Radamanthys, quien le vio de reojo, algo molesto. 

Sueño de Quimeras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora