De Entre Los Muertos.

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-No es como tu, lo siento...

Ni este Kanon era como el suyo, parecía una persona divertida, pero se daba cuenta que su corazón era tan puro o más puro que el corazón de Aioria, era un buen hombre, uno inocente y eso no le gustaba en lo absoluto, porque lo que más añoraba era la oscuridad de su amado, de su dominante.

-Te llevaré a donde se encuentra la entrada, si es que no la cerraron aun.

La entrada se encontraba en un hotel, un edificio extraño que nadie parecía ver, como si estuviera perdido en la inmensidad, especialmente cuando pasaban enfrente suyo, sin percatarse de su monumental oscuridad, bebiendo un poco de café, ajenos a lo que sucedía a su alrededor, como los humanos sin cosmos, no se percataron de las guerras santas.

-¿Sin condiciones?

Kanon aceptaría su ayuda, pero también quería saber de qué clase de condición estaban hablando, que tenía que hacer para recibir su ayuda y se sorprendió cuando Radamanthys, ese joven perturbado, le sonrió con cierta inocencia.

-Si hay condiciones.

No pensaba que Radamanthys, su dragón, le pidiera algo a cambio cuando decidiera ayudarle, de alguna forma, pensaba que eso no estaba en su honor, que no se vendería por nada de ese mundo, aunque, no lo conocía del todo, creía que su enemigo era un soldado noble.

-¿Cual?

Y siempre iba al grano, nunca perdía el tiempo con extraños silencio, al menos eso pensaba, al mismo tiempo que este Radamanthys, acariciaba su mano con sus dedos, de forma circular, una caricia que encontró invasiva, así que separó su mano de su cuerpo.

-Llevame contigo, no quiero permanecer más tiempo en este lugar, comprendiendo que tu estas aqui, pero no vas a amarme nunca.

Respondió esta vez con desagrado, mordiendo su labio inferior en una actitud que encontró de cierta forma infantil, que no le gustaba, pero no dijo nada, si quería marcharse de ese sitio estaba bien por él, no quería que su dragón creyera que prefería un amante excesivamente sumiso.

-Sólo si me juras no interferir en mi misión.

Radamanthys negó eso, acariciando la mejilla de Kanon con su mano derecha, siendo detenido por el general marino, que conforme pasaba el tiempo iba encontrando mayores diferencias y menores similitudes, este no era su dragón.

-Lo prometo.

Pero este no era su dragon, asi que, no confiaria en el, no podia hacerlo.

*****

-¿Te gusta?

Kanon sostenía algo que parecía ropa, que suponía estaba hecho para su talla, ropa negra de dos piezas, las dos de algo que podría ser cuero, o látex, un material lustroso, que estaba seguro se pegaría a su piel, la clase de ropa que no le gustaba utilizar, pues, Kanon parecía no estar dispuesto a prestarle de su ropa, K, quería decirle qué hacer, cómo vestirse y eso no le gustaba en lo absoluto.

-Lo mande hacer especialmente para ti.

Lo notaba, especialmente por esa extraña expresión en su rostro, que hablaba de su deseo, de su adoración, pero también hablaba de su necesidad por tenerlo controlado, como si al tenerlo siempre cerca, no podría perderlo.

-Está demasiado ajustado, me queda como una segunda piel.

Radamanthys se puso la ropa hecha para él, notando que en efecto, era como una segunda piel y de tener piercings estos podrían verse sin ninguna dificultad, como sus músculos se dibujaban con esa cosa puesta.

Sueño de Quimeras.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin