Jaula De Oro.

158 15 42
                                    

Aioria no supo qué hacer al principio, sintiendo como Radamanthys apretaba sus hombros, no deseaba irse, pero su hermano de nuevo recibió una bala, haciéndolo caer en el suelo, sosteniéndose el costado, apretando los dientes. 

-No seas un malagradecido Radamanthys, ven conmigo y salva a quienes te han protegido hasta este momento, no me hagas tener que matar a ese bastardo. 

Radamanthys negó eso, retrocediendo algunos pasos, observando como la expresión de Aioria cambiaba por una de desagrado, sosteniéndolo de la muñeca, cuando rechazó la mano del extraño, del demonio que había ingresado en su casa, para asesinar a tantas personas. 

-¡Van a matar a mi hermano por tu culpa! 

Kanon sonrió al escuchar ese grito, ver como Aioria sosteniendo la muñeca de Radamanthys, usando la fuerza de sus brazos, lo lanzaba en su dirección, para intentar salvar la vida de su hermano mayor, que aun en el suelo, sostenía los sitios donde la había disparado, manchandose de aquel líquido rojo. 

-Lo siento… lo siento… no puedo permitir que lo maten por ti… lo siento mucho… 

Radamanthys cayó al suelo, frente a Kanon, que golpeó la cabeza de Aioria con su arma, con la fuerza suficiente para que perdiera el sentido, sosteniéndolo de ambos brazos, con una sonrisa satisfecha, al fin lo tenía con él, al fin había dado con él. 

-Parece que solamente yo te deseo a mi lado, sin importar las consecuencias… 

Radamanthys trato de luchar con él, pero no pudo liberarse, siendo arrastrado por todo el camino en dirección del automóvil, escuchando como Aioros se levantaba, marcando un número que el mismo Kanon le había dado, observando a los mercenarios, que se veían desnutridos, cansados, sucios, dándose cuenta que no eran militares, ni siquiera policías, eran como el, indeseables, vagabundos, gente sin hogar, que nadie buscaría, todo eso era una farsa. 

-¡Aioria! ¡Aioria! 

Grito dos veces, pero no lo escucharon, a nadie le importaba, ni siquiera a Aioria, supuso, al ver como Tatsumi se levantaba del suelo, acariciando su cuello, para llevar al joven amo a su habitación, quien sí estaba inconsciente. 

-No le importas a nadie, pequeño, nadie sabe que existes, tu, tu eres mio. 

Kanon lo lanzó a la parte trasera del automóvil, cuyos seguros se bajaron apenas ingresó en el, viendo como ese demonio de cabello azul, ingresaba en el asiento del conductor, dejando su arma en el asiento del copiloto. 

-Quería que Aioros te entregará hace una semana, pero el muy maldito me hizo perder mi tiempo con esta charada, esta farsa, para que su hermano menor lo viera como su salvador, para que te odiara a ti, pequeño, asi solo se sentiria culpable, pero no confiara en otro como tu de nuevo, es más, estas balas son de salva y esa sangre era falsa, la del hermano mayor, las otras son muy reales.

Radamanthys estaba demasiado asustado como para llorar, o como para moverse, así que no respondió, como si estuviera en un transe, abrazando su propio cuerpo, observandolo fijamente, esperando que de un momento a otro le disparara, o algo parecido. 

-Pero, eso me dio tiempo de rentar una casa bonita, de dos pisos, en una buena zona de la ciudad, un departamento es demasiado pequeño para los dos, y no quiero mantenerte en un calabozo como al principio imaginé, eso no le hace bien a uno como nosotros. 

Kanon se dio cuenta que no responderia, asi que suspiro, ingresando a la autopista, que lo llevaría a la zona residencial exclusiva donde vivirían juntos, donde podrían ser ellos mismos, especialmente él. 

Sueño de Quimeras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora