Regaño.

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-¿Me llamo mi señora? 

Radamanthys no estaba para nada conforme de tener que acudir al llamado de su señora, especialmente, al ver que estaban solos, solamente eran ella y él, ella con una expresión de pocos amigos, estaba molesta, como supuso que estaría después de saber que su hermano estaba interesado en divertirse en su compañía. 

-Veo que no te diste un baño antes de venir a verme. 

Pandora colocó un dedo debajo de su barbilla para que pudiera verle a los ojos, con una expresión de molestia, de condescendencia absoluta, con una sonrisa burlona, para después llevar una mano a su nariz, como si oliera mal. 

-De hacerlo me habría tardado demasiado mi señora y usted quiso que yo viniera a verle inmediatamente. 

Le explico tratando de fingir indiferencia, algo que le salía muy bien, porque ella no le importaba, desde la vida pasada cuando lo trato como a un perro y le obligó a matar a su soldado leal para defender su vida, porque ella se comportaba como una chiquilla mimada, había traicionado a su dios al enamorarse de ese santo de bronce, además de que les costó la victoria, todo por culpa de sus celos, de sus niñerias idiotas, de su sentimiento de inferioridad disfrazado por uno de soberbia. 

-Esa loción no es la tuya. 

Ella olfateó sus dedos, con los que acarició su mejilla, notando según ella el aroma de Kanon en su cuerpo, haciéndole entrecerrar los ojos, porque hasta donde sabia, no tenia porque explicar qué hacía en su tiempo libre y hasta que Hades no le ordenara dejar de ver al dragón marino, no tenía porqué hacerlo. 

-No quiero que huelas a esa peste cuando entretengas a mi hermano. 

Radamanthys comenzaba a preguntarse si ella estaba celosa, porque no le había visto tan enojada en todo su tiempo sirviendo bajo su mando y eso era mucho, mucho tiempo, especialmente cuando Hades parecía estar interesado en su compañía, una farsa, una mentira, pero al fin y al cavo, a ella nunca le había prestado esa clase de atención. 

-Hoy saldrás con él en una cita, pero no quiero que te imagines nada, se que de los tres el único que lo ama eres tu, pero eres un mortal, un humano, no eres especial y solo porque Hades está aburrido es que desea pasar tiempo contigo. 

Pandora camino en dirección de una mesa, en donde podía ver una fotografía donde estaban ella de niña, acompañada de su familia, de sus perros, pero de nadie más, Radamanthys se preguntaba cómo era su vida, si ella sabía que estaba condenada a servir al dios Hades, a abrir la caja con los pesares, o por el contrario, le habían hecho creer que era indispensable para el dios de la muerte. 

-Lo sé mi señora. 

Radamanthys respondió, desviando la mirada antes de que se diera cuenta de sus preguntas, recordando que él fue un chico normal, fue a una escuela normal, tuvo una vida normal, era una persona normal ajena a esa clase de vida y sus padres eran millonarios, siempre tuvo todo cuanto pudo desear, era dueño de su vida, no un sirviente que debia morderse la lengua y hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no responderle a su señora como lo deseaba en ocasiones, porque eso no sería de caballeros, como dijera su padre. 

-Casi no te escuche, dilo más fuerte. 

Pandora tenía las manos detrás de su espalda, pero en la habitación se encontraba su harpa, con la cual canalizaba su cosmos para castigarlos y aun recordaba la última vez que lo lastimó con ella, porque decidió actuar antes, al no confiar en los santos dorados, un acto que su dios Hades hubiera premiado, pero ella castigo. 

-Lo sé, mi señora, no soy tan estúpido como para creer que hay algo especial en esta farsa. 

Se disculpó, porque lo sabía bien, no creía en las buenas intenciones de su dios, no de esa forma al menos, su dios no lo amaba, no lo deseaba, únicamente quería divertirse, como aquella ocasión en la cual tuvo la oportunidad de compartir su lecho, pero despues lo mando a la muerte, actuando como si no hubiera significado nada, como si no hubiera pasado. 

Sueño de Quimeras.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt