Visión.

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Seguía insultandolo, tratando de usar toda su fuerza física, pero la fuerza no lo es todo en una pelea y Kanon, usaría su astucia, tanto como si conocimiento, desviando algunos golpes, para esquivar otros, esperando que Radamanthys se cansara. 

Mirándolo con esos ojos azules que helaban su sangre, para de pronto brindarle una patada en el estómago, después en la rodilla, tratando de doblarla en contra del movimiento normal de su rodilla. 

Escuchando un quejido de dolor, suponiendo que le había roto la rodilla o lastimado lo suficiente para que no pudiera moverse, encogiéndose de hombros, para seguir su ataque, al ver que Radamanthys trataba de levantarse de nuevo, recibiendo un codazo en la mejilla, esperando que con eso fuera todo. 

Radamanthys no era ajeno a las peleas, ya había participado en varias, muchas desde que recordaba y por eso se mantenía fuerte, para soportar los embistes de cualquier enemigo imaginario. 

Al recibir el codazo Radamanthys respondió con un gancho al hígado, escuchando un satisfactorio quejido del mayor, sabía que algo había pasado con su rodilla, pero estaba en ese momento en que no sentía ninguna clase de dolor. 

Kanon se quejo al sentir ese golpe en su hígado, para después recibir una patada en el rostro que Radamanthys realizó usando su peso y fuerza para tratar de causarle todo el daño posible.

Radamanthys al verle caer al suelo trató de abalanzarse contra él, sintiendo que esa era una pelea de vida o muerte, comprendiendo bien que luchaba por su libertad. 

Kanon llevó una mano a su rostro, sintiendo como sangre se derramaba de su nariz y sus labios, se había mordido, pero sus dientes seguían en su lugar.

Radamanthys se acercaba a él, para intentar finalizar ese combate, cojeando, haciéndole sonreír al golpear de nuevo su rodilla, con el talón, doblando su pierna contra la posición natural de su articulación, escuchando un grito de dolor esta vez, mirándole caer sobre su mesa, la que se quebró bajo su peso, y los adornos de cristal cortado  destruyéndose en gruesos pedazos que se encajaron en su espalda, algunos de ellos.

Kanon se levantó, limpiando su rostro de la sangre, para sostener a Radamanthys del cabello, apretando el puño con fuerza, para golpearlo dos veces en el rostro, y una más en el cuello, esperando que perdiera el conocimiento. 

—Quédate echado, cachorrito, tengo que recoger nuestra cena. 

Le ordenó al joven inconsciente y sangrante, caminando en dirección de la puerta, acomodándose su bata de nuevo, colocando su toalla en su nariz, no quería manchar la alfombra persa ni el suelo, el encargado de la limpieza únicamente trabajaba entre semana. 

Recogió la comida sin dejarle ver al repartidor el interior de su departamento, saludando a cuatro señoras que practicaban yoga, unas de las más fervientes retractoras de su cachorrito, no les gustaba que alguien como él viviera en su famoso condominio, decía no ser de su misma clase. 

En muy poco tiempo había obtenido demasiada información, algunos hablaban bien de Radamanthys, otros no, pero le daba lo mismo, su cachorrito no viviría mucho más tiempo entre ellos, no se lo merecía.

Al ver el estado de su novio suspiro, necesitaba atención médica, el también, algunas costuras y probablemente atender su sangrado, aunque estaba seguro de que no se había roto la nariz, eso arruinaría su apariencia. 

Su hermano a esa hora generalmente se encontraba cenando, sus hombres más leales de seguro ya habían sido liberados de sus tareas, pero Afrodita, que era un médico capaz, además de un botánico y un experto en venenos y sus antídotos era la única persona en quien confiaba para atender a su cachorrito, lo necesitaba en su departamento. 

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now