León.

127 14 15
                                    

Saga no le prestó atención en ese momento, pensando en lo mucho que le costaría esa innecesaria violencia, Kanon siempre era una molestia, aunque el mejor en lo que hacía. 

—Nunca destruyó un trato, Kanon, debes saberlo. 

Kanon se enderezó, controlando su enojo de nuevo, para sonreirle otra vez, con esa mueca que aterrorizaba a cualquiera, menos a él. 

—Deberías pensarlo mejor Saga, no vaya a ser que tú rosa amanezca descuartizada o un montón de policías ingresen a tu casa, después de que un escándalo destruya tu buen nombre. 

Saga negó eso, con un movimiento de su cabeza, encontrando esa actitud ridícula, solo era un chico, uno común, nada especial. 

—Yo podría hacer lo mismo, la cabeza de Milo adornando tu sala, pero… dime una cosa, porque el, que tiene de especial este mocoso. 

Kanon dejo una tarjeta en la mesa de color negro, para que le cobrarán su cena, ya deseaba irse, conseguir algo que lo llevará con su rubio. 

—No lo se… 

Saga le observó de pronto como si fuera un monstruo, porque sabía que algo muy malo se estaba forjando en esa cabeza perturbada de su hermano y ni siquiera él haría algo como eso, tal vez, esa era la razón por la cual dejó que ese niño fuera con esa familia en especial. 

—Pero necesito averiguarlo. 

Después de decir esas palabras se alejó, caminando con demasiada lentitud, para hablar con el gerente, necesitaba un número, un nombre, deseaba a ese rubio y no se lo quitarían. 

*****

Radamanthys entonces lo llevó a un puesto callejero en donde vendían hamburguesas, empujando su silla hasta que llegaron a un jardín, en donde el simplemente lo esperaría con lo que decía era una mejor comida que aquella de ese lujoso restaurante, aunque, por un momento, pudo ver que el terror se había apoderado del pequeño. 

—Cuando mis padres estaban vivos, cada mes hacían una parrillada, venían varios amigos suyos, y comíamos hamburguesas, después, cuando mi hermano Minos, supo que me gustaban mucho, ahorro todo el dinero que recibió una semana para comprarme una, para él no le alcanzó, así que la repartimos entre los dos. 

Radamanthys mencionaba emocionado, dándole su hamburguesa con todo incluído, para morder la suya, con una expresión de completa felicidad al saborearla. 

—¿Tu hermano? ¿El está por aquí? 

Le pregunto entonces, observando su expresión, que lo decía todo, extrañaba a Minos, su hermano, pero no estaba cerca de allí, eso era seguro por su repentina tristeza. 

—No, él consiguió trabajo en el otro condado, me dirigía para allá cuando pasó esto… no sabe que estoy seguro, debe estar preocupado por mi. 

Aioria sacó su celular, para que pudiera llamarle por teléfono, dándoselo desbloqueado, pero Radamanthys negó eso, no tenía un teléfono a donde marcar, solo una dirección. 

—No tiene teléfono, solo se donde buscarlo… 

Aioria suspiró, si no tuviera esa silla sería mucho más fácil para él moverse en la ciudad sin que su hermano estuviera pendiente de él todo el tiempo, y podría llevarlo a ver a su hermano, pero todo ese tiempo se había dedicado a quejarse, sentado en esa silla, como si no fuera más que un trapo viejo. 

—Te llevaré a verlo… solo dame un tiempo para recuperarme. 

Radamanthys asintió, sin creerle, lo sabía por la forma en que sus ojos no reflejaron su emoción, pero le demostraría que podría hacerlo, había algo en él que le llamaba, una inocencia que nunca había visto, que se esforzaría en proteger, sin importar lo que pasará. 

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now