Fantasma.

147 17 10
                                    

Radamanthys únicamente se soltó, ignorandolo al principio, escuchando los pasos de Kanon seguirlo, notando como ingresaba en el elevador, retandolo a cumplir su promesa, pero no podía con una señora del quinto piso en el elevador, una mujer mayor, una viejita que gustaba de esparcir chismes, así como de asistir a la iglesia todos los domingos. 

-Saldré de viaje un mes, un poco más, tus propinas están arriba del escritorio, la contraseña de mi codigo de seguridad, es tu fecha de nacimiento, asi podras seguir pagando tus cuentas. 

Pronunció, saliendo del elevador antes de que Radamanthys pudiera comprender aquello que le decían, preguntarse la razón de que Kanon quisiera que ingresara en su departamento y como sabía cuál era la fecha de su cumpleaños.

-El señor Kanon es un buen muchacho, es tan amable, ha prometido remodelar el edificio de pies a cabeza y ha contratado un guardia de seguridad, no quiere que nada malo nos pase. 

Radamanthys no le dijo nada a la señora de cabello rojo, demasiado maquillada, que cargaba en sus brazos un pequeño perro que se dedicaba a ladrar generalmente cuando se olvidaba de alimentarlo, caminando con un paso rápido, ignorando a Kanon cuando lo llamó desde su auto negro, que era conducido por un albino, tal vez, deseaba darle un aventón. 

Sin detenerse hasta que llegó al restaurante, en donde esperaba recibir los regaños de Pandora, que era una mujer muy desagradable, sin embargo, no dijo nada de su aspecto, ni de su retraso, llamando su atención.

-¿Estas bien Radamanthys? 

Eso lo preguntaba Hades, caminando en su dirección, para llevarlo a unos asientos dentro de la cocina, en donde los cocineros a veces podían descansar, era completamente diferente con los meseros, siempre tenían que estar de pie, cuando no atendían alguna de las mesas. 

-Te ves horrible, como si el mismo diablo te persiguiera. 

Aquello logró que su fachada se rompiera, respirando hondo, para tratar de colocarla en su lugar de nuevo, llevando una mano a su espalda, sintiendo de pronto una protuberancia, como un golpe, notando que tenia un moreton, como si le hubieran puesto una inyección, alguien que no sabia como hacerlo, recordando de pronto el sueño en los brazos de Kanon, su amenaza, diciendose que no era real, que eso no era posible.

-¿Te sientes bien? ¿Tal vez ese insecticida te hizo daño? 

No era insecticida, eran rosas, de un admirador que se había mudado a su departamento, que iba al mismo gimnasio que el, que sabía su fecha de nacimiento, que había contratado a un guardia de seguridad, y que lo había drogado, en un edificio cuyas personas lo amaban, únicamente porque pintaria unas fachadas y le había puesto un carcelero.

-Sí, estoy perfectamente, solo muy cansado. 

Fue su respuesta, abandonando la cómoda silla que Hades le había dado, para ponerse a trabajar, sintiéndose hasta cierta forma libre, sin Kanon alrededor, llamandolo a cada instante, recordandole porque le gustaba tanto ese trabajo, que hacía que no lo sintiera como una carga. 

Regresando a su departamento esa misma tarde con suficientes bolsas de basura para limpiar su habitación, abrir las ventanas, poner inciensos, hasta poner algo de música, un poco más alto de lo normal, cocinando unos huevos con tocino, un poco de pan y algo de café negro, comiendo en su cama, para después irse a dormir. 

Salir al gimnasio por la mañana, darse una ducha con agua caliente e ir a trabajar, encantado con cada instante de esa primera semana, con pocas propinas, algunas mesas extra, pero sin duda, algo de tranquilidad.

La segunda semana se detuvo frente a la puerta de Kanon, observando los números de lo que sabía era una cerradura de seguridad, esa noche tenía unas cuantas sobras que Hades le había guardado, de un platillo del que hizo demasiado, puntas de filete con pan de cinco granos y pasta a la bolognesa. 

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now