Apertura.

128 14 3
                                    

-Aqui estoy… 

Fue la respuesta de K, sosteniendo la mano de Radamanthys con delicadeza, que abrió los ojos con lentitud, respirando hondo, observando su rostro con una expresión curiosa, como si no comprendiera que estaba pasando, acercándose un poco más, como si quisiera besar sus labios con delicadeza. 

-Kanon… 

E inmediatamente, sin darle tiempo a reaccionar impactó su cabeza contra la suya, con tanta fuerza, que se sintió mareado cuando se apartó, sosteniendo su nariz que sangraba profusamente, sintiendo entonces una patada en el costado, que lo apartó de su cuerpo, su cachorrito no había perdido la memoria, sino que también lo atacaba. 

-Quería darte una vida nueva, queria darte una oportunidad para disfrutar una mejor vida, pero lo rechazaste y todo lo que suceda contigo a partir de este momento será culpa tuya. 

Le advirtió, evitando que llamara a sus aliados con su teléfono, pateando su muñeca para que lo lanzara lejos, pensando que tal vez como se sentiría ese Kanon, era como se sintió el cachorrito que no pudo pelear contra su depredador. 

-Y no necesitamos llamar a nadie, ni nadie vendrá en tu auxilio, K, no dejaré que pase. 

No tenía su cosmos y se sentía mareado, cansado, como si sus sentidos estuvieran embotados, pero al mismo tiempo, aun conservaba sus cinco sentidos, su fuerza, sus entrenamientos, los que recordaba perfectamente, porque desde que cumpliera ocho años, tal vez menos, le enseñaron cómo matar con sus manos desnudas. 

-¿Acaso pensaste que mi cosmos era lo único que me hacia fuerte? 

Los sueños de K, su locura iba desmoronándose frente a sus ojos, sus deseos de recuperar al que murió y encerrar a este con fuerza inhumana en sus habitaciones para que tomara su lugar.

-¿Que no sabía cómo defenderme? 

Ese demonio que aunque no tuviera esa magia, aún era fuerte, aún sabía cómo lastimarlo y parecía que no le importaba hacerlo, sino por el contrario, deseaba herirlo como él quiso lastimar a su cachorrito. 

-Pero te equivocas, tú solo ganaste porque ese niño estaba asustado, estaba cansado y desnutrido, porque no sabia como defenderse, pero yo no soy asi, yo si puedo defenderme, yo si puedo pelear. 

K se recuperó algo rápido, sosteniendo su costado, para buscar un arma que tenía escondida en una cajonera, con la cual apuntó a Radamanthys, quien entrecerró los ojos con molestia, antes de saltar, esquivando la bala, escabulléndose por uno de los múltiples pasillos. 

-Se suponía que debías olvidar, que debías tener las memorias de mi cachorrito si hubiera sobrevivido, no se suponía que tu fueras a pelear conmigo, a enfrentarte a mi. 

Radamanthys río desde uno de los cuartos, la cocina, donde busco un cuchillo bastante grande y uno de esos martillos que se usan para ablandar carne, esperando que su risa hiciera que K perdiera el control y los estribos. 

-Solo puedes enfrentarte con un niño asustado, no eres más que un cobarde. 

Como lo supuso K perdió el control de sus emociones, llevando sus manos a su cabeza, para después ingresar en ese cuarto, buscandolo con el arma lista para dispararle en cuanto lo viera, pensando que lo mejor era incapacitarlo de una pierna, para que dejara de huir o matarlo, antes de permitirle regresar a esa dimensión de la cual había sido secuestrado. 

-No quiero tener que lastimarte. 

No por él, porque no tenía el poder para eso, sino por el dios Hades, a quien asesinó a traición, con esa daga de oro y con la ayuda de su cachorrito, no un cachorrito, sino de ese perro rabioso, que estaba libre en su departamento.

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now