Victoria.

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Radamanthys lo sabía, lo supo desde que se vieron esa primera vez y estaba asustado, temía por su vida, no deseaba morir, no quería morir, no quería sentir dolor, era igual que con Aioria, que lo desecho como si fuera un pedazo de basura, sin pensar un solo instante en su seguridad, abandonandolo con quien sabia, podia matarlo. 

-No quiero sentir dolor… no quiero que me lastimes… 

Susurro, armándose de todo el valor que le quedaba, sin mirar el rostro de Kanon, que esperaba escuchar esa respuesta, era un hombre sensato cuando se lo proponia, cuando deseaba era la locura andando, solo así le tenían miedo, era una mala persona, pero se daba cuenta que como Milo amaba a su medico de pocos escrupulos, ese pequeño enfrente suyo, ese muchacho rubio, era aquello que deseaba a su lado, un cachorro de lobo, o león, un depredador en miniatura. 

-No estoy enfermo… 

Kanon llevo una de sus manos a su mejilla, acariciando sus labios con su dedo índice, silenciando sus palabras, sabía que era un chico saludable, con algo de desnutrición que podía arreglarse con una dieta adecuada, sabía que era muy inteligente, también era valiente y que tenía un poco de inocencia, podía verla en sus ojos, así como sabia, que lo deseaba a su lado, sin importar su opinión realmente, pero si se rendía, eso seria mucho mejor para los dos. 

-Ya lo sé, tengo tus analisis pequeño y he hecho mi propia investigación, lo sé todo sobre ti… 

Kanon se acercó entonces a sus labios, esperando que de un momento a otro quisiera apartarlo, pero no lo hizo, no tenía el valor para eso, petrificandose cuando sintió sus labios en los suyos, estremeciéndose cuando llevó sus manos a su cintura, probando su exquisito sabor, viendo como se sonrojaba, era virgen, de eso no había duda alguna. 

-Se que eres virgen… un buen chico, un muy buen chico. 

Radamanthys sabía que esos análisis que le habían hecho era para determinar su salud, pero no estaba seguro de que fueron para asegurarse de que nunca hubiera sido tocado por nadie y no sabía, cómo podían saber eso, no quería pensar en ello. 

-Muy bonito. 

Radamanthys aún estaba en esa etapa que tienen todos los muchachos, cuando son pequeños y delgados, pero Kanon suponía, sabía que creceria bastante, que tendria músculos bien torneados, que seria toda una belleza masculina, su voz, su estatura, así se lo indicaban. 

-Eres muy bonito. 

Eso ya se lo había dicho Aioria, que era muy bonito y con el sentir mariposas en su estómago, con Kanon, era un sentimiento parecido, sazonado con algo de miedo, con algo que no quería reconocer. 

-Tan bonito. 

Kanon volvió a besarle, sosteniendo su camisa entre ambas manos, para destruirla, rasgarla, no quería nada de esa familia cubriendo el cuerpo de su pequeño, él había comprado sus propias prendas, quería que su chico se vistiera con clase, después de todo, debía enseñarle como ser como él. 

-Tu piel es muy suave, como algo que nunca antes había sentido. 

Pronunció recorriendo su cuello, su clavícula, su espalda y su torso, besando su pecho, lamiendo uno de sus pezones, escuchandole gemir quedito, apenas unos cambios en su respiración, que le hicieron retorcerse un poco. 

-Me gusta el color de tu cabello y el de tus ojos, aun tus cejas, esas le dan un toque masculino a tu nariz respingada, a tus labios delgados, tu diminuta cintura. 

No sabía exactamente porque le estaba diciendo todo eso, pero le encantaba, su cuerpo, sus ojos, su cabello, él era realmente hermoso, piel blanca, sin ser pálida, sus piernas largas, torneadas, cada centímetro de ese rubio le fascinaba. 

Sueño de Quimeras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora