Promesa.

176 20 34
                                    

Kanon suspiro cuando sus dos aliados se apartaron para buscar lo que les había pedido, volteando en dirección de Radamanthys, quien tenía los brazos cruzados, mirándole fijamente de pies a cabeza. 

-Así… que un traje de baño… 

Pronunció, esperando una respuesta de Kanon, quien se encogió de hombros con una sonrisa satisfecha, estirando los brazos para que viera esa hermosa vista, el sol, la arena, un paisaje por el cual muchos pagarían para poder pasar algún tiempo en ese sitio. 

-¿No te gusta? 

Radamanthys respondió de la misma forma, caminando unos pasos hasta donde se encontraba Kanon, rodeando su cuello, deseaba estar a solas con él, deseaba al guerrero que lo derroto, que barrió el suelo con él, por alguna razón que no alcanzaba a comprender, lo encontraba sumamente sensual. 

-Es la compañía lo que busco Kanon… 

Pronunció en su oído, restregando su nariz contra su mejilla, para apartarse unos centímetros, observando como Kanon se sonrojaba, sin saber que decirle, que responderle, porque no pensó que aceptara divertirse con el tan rápido. 

-¿Intentas seducirme?

Eso lo pronuncio como si fuera una broma, sintiendo las manos de Radamanthys acariciar su espalda, deteniéndose en su cintura, mirándole a los ojos con deseo, relamiendo sus labios con una sonrisa, demasiado divertido. 

-Desde que llegué al santuario, pero gracias por notarlo. 

Kanon había tenido esos sueños extraños, él era un espía disfrazado de un maestro de escuela, su muchacho era el amante abusado de Hades y él le ayudaba a escapar, otro sueño se trataba de una sirena, aún no entendía porque soñaba con él, porque se veía de esa forma, pero también recordaba que tuvo un sueño en el que el obligaba a Radamanthys, que tenía al menos veinte años menos, a ser su amante, su juguete, le dañaba, lo rompía, pero eran felices, ellos tenían química, se atraían mutuamente. 

-Entonces… todo eso de dormir conmigo, lo del antro, el collar y los piercings. 

Radamanthys lamió los labios de Kanon, sabiéndose libre de cualquier peligro, de la mirada de Pandora, o de sus aliados, aún de su dios, cuya mirada no podía llegar a ese sitio, solo estaban ellos, el embaucador de dioses y el wyvern de Hades. 

-Te estaba mandando un mensaje, pero no eres tan inteligente como lo suponía. 

Kanon trago un poco de saliva, preguntándose si eso no era un error, un extraño sueño del cual despertaria para ver que Radamanthys era su enemigo, o tal vez, era el amante de Hades, o le amaba con locura y a él no le correspondía, imaginando por unos momentos, que cualquiera de esos sueños era el real, ansioso por saber cómo terminaban cada uno de ellos. 

-Y yo no soy tan inocente como tu lo crees… 

Eso lo podía ver sin problemas, especialmente cuando Radamanthys empezaba a recorrer su espalda con delicadeza, besando sus labios, sus mejillas, su cuello, deteniéndose de pronto, para cambiar su expresión por una un poco menos alegre, recordando las órdenes de Pandora. 

-Pero tengo que regresar a las tres, para entretener a mi dios Hades, lo que nos deja apenas ocho horas para estar juntos. 

Para Radamanthys eso era complicado, porque aun deseaba a su dios, pero sabía bien que solo estaba jugando con él, en cambio, Kanon era por mucho un mejor prospecto, el podria entregarse a el, hacerlo su mundo, de la forma en que lo deseaba. 

-En ese caso porque seguimos perdiendo el tiempo en extrañas explicaciones, es tu dios, es tu deber obedecerle, aunque no sea justo que te ordene divertirlo, pero solo te pido una cosa, no te entregues a él, si vamos a estar juntos, solo entregate a mi, a nadie más.

Sueño de Quimeras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora