Nuevo Hogar.

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Radamanthys desvió la mirada entonces, abrazando su cuerpo, recordando la forma en que Camus le había visto, cómo había tocado su cuerpo, asegurándose que fuera inmaculado, de nuevo harian eso, suponía que Aioria deseaba arrebatarle lo que faltaba porque le quitaran, cerrando los ojos, tratando de no llorar, pero era inevitable no hacerlo. 

-¡Por favor, deja de llorar, haces que me estrese! 

Radamanthys trato de guardar silencio, pero no pudo, cuando un médico de cabello rojo ingreso por la puerta, con un maletín, haciendo que comprendiera que volverían a revisarlo, como si fuera un animal enfermo, y no una persona. 

-Mi nombre es Andreas, soy el médico de Aioria, y supongo, tambien sere tu médico… Radamanthys. 

El examen médico fue tan impersonal como el anterior, pero no tan extenso, no revisaron su intimidad, aunque de todas formas le era difícil mantenerse inmóvil o responder las preguntas del médico cuando trataba de no llorar, para no estresar a su comprador, tratando de pensar en su anterior vida, en su cama y su cuarto, en sus padres, en la comida caliente, aun en su escuela, a la que regresaría sin quejarse con tal de que todo volviera a ser como en el pasado. 

—Es un niño saludable, debemos hacerle algunos exámenes, pero no creo que encontremos nada fuera de lo común, probablemente tenga anemia y algún grado de desnutrición, así que debes conseguirle esto si quieres que se recupere.

Radamanthys observó la receta del doctor, que tomó Aioros con delicadeza, para dejarla en el escritorio, indicándole que se sentará en la silla, cuando Andreas salió por la puerta, observando a un tipo alto, fuerte y calvo, con una expresión desalmada en su rostro de ojos pequeños. 

—Muy bien, aquí tendrás un lugar donde dormir, tres comidas al día, o más, tendrás atención médica, serás tratado como un miembro más de la familia, porque no quiero que Aioria sepa que te compre en el mercado negro, le dirás que eres el hijo de un amigo mío, está en un viaje de negocios y te quedarás aquí unos meses.

Radamanthys asintió, sin decir nada, sin confiar en las palabras que eran pronunciadas por Aioros, que seguía viéndolo como si fuera una cosa, un simple objeto. 

—Si me causas problemas te regresaré al mismo lugar donde te compre, si mi hermano sospecha haré lo mismo, si intentas escapar haré que me den toda la información que tengan de ti, para darte un escarmiento, porque aunque te presentes como alguien como nosotros, no lo eres, tú estás aquí para animar a Aioria, eso es todo lo que tienes que hacer, así que procura que no se te suba a la cabeza. 

Tenían la fotografía de Minos y no deseaba que le hicieran daño, nunca podría perdonarselo, también estaba ese sujeto de cabello azul que oferto por el, no quería que lo regresarán a ese lugar, porque entonces sería suyo, le pertenecería a un sujeto sin alma ni piedad, un demonio de bonita apariencia. 

—Otra cosa, trata de sonreír, esa apariencia miserable no hará más que entristecer a mi hermano, o hacer que se preocupe, y para eso no estás aquí. 

Radamanthys asintió, de nuevo, limpiando sus lágrimas con sus manos, viendo como el mayordomo calvo ingresaba en esa oficina, para llevarlo a lo que se suponía era su habitación, que tenía una cama, un baño, algunos juegos de ropa, ninguna clase de medio de comunicación y unos barrotes en la ventana, que parecían recién colocados, al mismo tiempo que su puerta únicamente tenía cerradura fuera de esta, no adentro. 

“Al menos estamos calientes y dentro de poco podremos comer algo” 

Esas eran las primeras palabras que Minos le dedicó cuando lo vio perdido, llevándolo a una iglesia en donde recibieron un sermón, pero estaban calientes y satisfechos, así que debía estar contento, ya encontraría después una forma de comunicarse con su hermano, para decirle que estaba vivo, pero que no lo buscará. 

Sueño de Quimeras.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن