Reuniones.

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-Sabes Pandora, no me habia dado cuenta… 

Hades se encontraba sentado en un sillón como si fuera un trono, con una copa de vino en su mano derecha, la que movía delicadamente, recargado en su otro brazo, observando un tablero donde podía ver la posición exacta de sus espectros. 

-¿De qué habla mi señor? 

Pandora se encontraba sentada a sus pies, recargada contra una de sus piernas, con los ojos cerrados, pero al escuchar esas palabras los abrió, preguntando de que le estaba hablando su querido hermano, su dios misericordioso. 

-Siempre pensé que Minos era el más hermoso de todos mis espectros. 

Ella podía ver la belleza de sus tres jueces, pero sin duda, Minos era el más hermoso de los tres, si no utilizara esa sonrisa perversa que tanto miedo le provocaba, aun a ella, razón suficiente para que prefiriera que Radamanthys fuera su guardaespaldas, su sirviente. 

-De mis tres jueces. 

Los tres eran hermosos a su manera y muchos de sus espectros podrían considerarse tan magníficos como sus tres jueces de las almas, sin embargo, en ellos la belleza había tomado diferentes formas, diferentes rasgos que los hacían un manjar para una vista cansada. 

-Pero, ahora, comienzo a tener cierta predilección por Radamanthys. 

Radamanthys era el más alto y más fuerte de los tres, físicamente hablando, sus cejas eran graciosas, demasiado llamativas, cabello y ojos amarillos, una apariencia fiera, que se perdía en su presencia, cuando el bailo a su lado. 

-Es casi lindo. 

La forma en que lo veía, la forma en que temblaba cuando llevaba sus manos un poco más abajo, acariciaba su espalda o susurraba en su oído, era delicado si lo comparaban con su cuerpo, con su estatura, con su fuerza y perfección divina. 

-La forma en la que intenta ser indiferente, pero no puede controlar su sorpresa o su sonrojo cuando esta junto a mi. 

Había tratado de ser indiferente, de no dejarle ver que tanto le deseaba o cuanto lo afectaba al tocar su cuerpo y bailar con él, pero era imposible, era una criatura vieja, un dios, conocia todo respecto al deseo, podía verlo en su espectro más leal que intentaba ser indiferente, comportarse como si esa fuera solo una misión. 

-Su deseo.

Y se preguntaba qué haría si acariciaba su cuerpo en el tálamo, si lo llevara a su cama, seguramente no sabria que hacer, ni cómo reaccionar, después de tantos siglos sirviendo bajo su mando, al fin, le prestaba atención a su soldado más leal, cuyo cuerpo ya había probado, un cuerpo exquisito. 

-Yo soy su dios y sé que él me adora, su lealtad, sus pensamientos, su vida, está dedicada a mi. 

Pandora no entendía ese cambio de actitud respecto a su hermano, que nunca le había prestado suficiente atención al más leal de sus espectros y quien había tomado como su amante a Minos en una de sus vidas y solo una ocasion habia poseido a Radamanthys, por razones que ella no alcanzaba a comprender. 

-Sin embargo, insiste en salir a fraternizar con el enemigo. 

Eso lo dijo molesto, con cierto desprecio en su tono de voz, al verle caminar a lado de ese simple mortal, encontrando divertidas sus palabras, al mismo tiempo que aún tenía presentes esas otras vidas, esas vivencias que observó con su cosmos, cuando quiso saber si en algún otro momento o lugar Kanon tenía la suerte de ser el amo de su soldado más leal. 

-Mi señor, Kanon es un general marino, no es un santo de Athena. 

Pandora quiso recordarle que no era un enemigo al ser el segundo al mando de Poseidón, quien le había recibido en su ejército, debido a su intelecto, admirando sus acciones, encontrando que prefería a esa mente en su ejército, que como su enemigo. 

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now