Dolor.

170 14 37
                                    

Radamanthys siguió al dios Hades en silencio, preguntándose qué estaba haciendo, si debía seguirlo sin realizar una sola pregunta, sin negarse, cuando el placer de su dios, no era relevante para su victoria, deteniéndose a la mitad de una de las innumerables escaleras del Santuario, tragando un poco de saliva. 

-Mi señor… 

Susurro sin saber qué hacer, cómo negarse a su dios, sin insultarlo, sin que sospechara de su lealtad,  sin perder su lugar en el Inframundo, retrocediendo algunos pasos cuando su señor volteo a verlo, demasiado enojado, como si le hubiera dado la espalda en una guerra. 

-¿Sucede algo Radamanthys? 

Radamanthys negó esa pregunta, no sucedía nada, solamente no deseaba seguir entreteniendo a su señor, no quería estar a su lado si debía ser él quien calentara su lecho y se daba cuenta, que no sabía cómo negarse a su dios. 

-No, sólo que no deseo hacer esto… 

Hades ladeo la cabeza, preguntándose exactamente qué era lo que no deseaba realizar, caminando hasta donde se encontraba Radamanthys, recorriendo su mejilla con delicadeza, aspirando su aroma. 

-¿Hacer que mi pequeño? 

Pregunto, tratando de besarlo, pero no lo permitió esta vez, retrocediendo algunos pasos, sintiendo como su señor sostenía sus brazos con un poco más de fuerza, respirando hondo, con una actitud que hablaba claramente de su decepción. 

-¿No quieres estar conmigo? 

Radamanthys por un momento sintió miedo, especialmente cuando su señor empezó a recorrer su cuello, como si pensara en ahorcarlo, al mismo tiempo que le veía con la paciencia de un maestro, como si se tratara de un niño realizando una mala acción, desobedeciendo sus órdenes. 

-Mi… señor, yo soy un soldado, no soy un amante… no soy un juguete… por favor, déjeme seguir siendo su espada y su escudo, no me transforme en nada más… 

Hades arqueo una ceja, recorriendo su mejilla, su cuello, sosteniéndolo del mentón con una expresión que podía ser cariñosa, si no fuera tan posesiva, con una sonrisa delicada, que le hizo sentir mucho más nervioso todavía. 

-No te preocupes Radamanthys, no serás un mero juguete o un arma que puedo descartar, tu te transformaras en mi consorte, en mi esposo… en mi omega, cuando regresemos al Inframundo. 

No entendía de qué le estaba hablando su señor en ese momento, por lo cual, se soltó esta vez, usando su cosmos, retrocediendo varios pasos, demasiado nervioso, pensando que no podía reconocer esa expresión en su señor, ni esa forma de hablarle. 

-No mi señor, no quiero ser eso, no quiero ser su amante, yo no lo deseo de esta forma. 

Lo había dicho, por fin lo había dicho y esperaba que su señor no se sintiera decepcionado, que su señor lo aceptara, pero lo que no esperaba era que su señor usará su cosmos para atacarlo, hacerle gritar a causa del dolor, para caer en el suelo, inconsciente. 

-Eres igual a él, un traidor que se deja seducir fácilmente por ese embaucador, pero no te preocupes… tu estas a salvo conmigo y yo te amare por el resto de nuestras vidas. 

Hades sostuvo a Radamanthys del brazo, escuchando algunos pasos acercándose a ellos, riéndose al ver que llegaban tarde, para después, simplemente marcharse de allí, ya tenía aquello que deseaba, lo que necesitaba y no se había dado cuenta hasta que fue muy tarde, hasta que fue corrompido por completo.

-Tu no lo aprecias de la forma en que yo lo hago, tu puedes buscarte un reemplazo, yo no. 

Esas palabras llegaron a quién debían hacerlo, el que vio a la diosa hermana de la muerte y del sueño, de pie, observando ese intercambio en silencio, para después apartarse, confundiendolo con esa actitud. 

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now