Celos.

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Habían pasado varias horas en compañía de su dios, que actuaba como si fuera uno más de ellos, su igual, o tal vez, su amante, el de los tres, lo que muchos llamarían su “Sugar daddy” teniendo especial atención en el segundo juez, que no sabía si debía estar nervioso, preocupado o dejarse arrastrar en ese juego. 

-¿Qué les parece este lugar para empezar? 

Pregunto Hades, sin esperar su respuesta, bajando justamente donde se encontraba el bar que seleccionaron la noche anterior, logrando que de nuevo compartieran una mirada preocupada, porque parecía que no podían ocultarle nada a su dios, que ingresó en ese sitio con un paso lento, como si fuera un actor famoso o una celebridad. 

-Este lugar es agradable, ya veo porque les gusto venir aquí. 

Hades tomó un asiento justo donde la noche anterior se sentó Radamanthys, pidiendo una bebida para él y para sus espectros, que seguían demasiado nerviosos, acto que noto, porque sonrió, quitándose los lentes, dejándolos en una bolsita de su saco. 

-Diviértanse, todo corre por mi cuenta. 

Radamanthys había permanecido sentado, en silencio casi toda la velada, hasta que Kanon se presentó, dejando su escondite en la barra y su cerveza caliente que había mantenido con él por varias horas, observandolos desde lejos. 

Se había puesto sus piercings y un collar, que era un mensaje claro, el que decía que buscaba un dominante, sin embargo, no podía hacer eso con su dios presente en ese momento, bebiendo lentamente de una copa de vino, que en sus manos tenía una apariencia como de sangre. 

Minos y Aiacos huyeron inmediatamente, apartándose con la excusa de querer bailar como lo hicieron casi toda la noche anterior, logrando que Radamanthys maldijera en silencio, bebiendo de su trago. 

Esperaba que ninguno de los que vieron la noche anterior su mensaje estuviera presente en ese momento, porque no sabía que podía hacer, cuando su dios escuchara lo del amo, porque seguramente preguntaría de quien le estaban hablando. 

Y no sabía que sería peor, que se molestara o que no le importara en lo absoluto, aunque lo segundo era lo más probable, Hades era un dios, para ellos los humanos no importaban, ademas, la unica ocasion que compartió su lecho con su dios, hacía varios siglos, su señor actuó como si nada hubiera ocurrido después. 

No le gustaba ese sentimiento y mucho menos le gustaba que su dios quisiera acompañarlos en su diversión, porque era un inmortal, no pensaba como ellos, no era más que un juego, uno peligroso cuyas reglas desconocían. 

-¿Que travieso eres? 

Radamanthys sintió que su piel se ponía de gallina, palideciendo inmediatamente, para observar al joven de la noche anterior, que de nuevo trataba de acercarse a él, aunque en esta ocasión no portara el collar alrededor de su cuello.

-Y pensar que anoche me rechazaste...

No tardó mucho tiempo en acercarse a él con un paso lento, para tratar de tocar su cuerpo, pero se lo evitó, sosteniendo su muñeca, apartandolo con algo de fuerza, levantándose de su asiento, intentando intimidad al mocoso sin sentido común. 

-Piérdete… 

Susurro de forma peligrosa, notando como eso hacía que el muchacho se acercara un poco más a él, acariciando su mejilla, viendo como no estaba Kanon a su lado, riendose por ello, creyendo que era sumamente gracioso su comportamiento, especialmente, cuando su amo no estaba presente. 

-¿Perdiste a tu amo por ahí? 

Hades estaba escuchando esas palabras con detenimiento, preguntandose quien se suponía que era el amo de Radamanthys, porque no podía tener un amo si tenía un dios, si le pertenecía a una deidad y esa era él. 

Sueño de Quimeras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora