Examen.

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Kanon despertó con su sirena en sus brazos, que en ese momento tenía forma humana, una forma que distaba mucho de la que soñó, así como su actitud cuando despertara de su pesado sueño inducido por el alcohol que había consumido. 

No sería cariñoso, no le sonreiria, ni siquiera de la forma en que lo hizo en ese club, estaba seguro, que hasta lo golpearia, acusándolo de ingresar a su cama sin su permiso, aunque, practicamente esa era su cama también, porque ese templo podría ser suyo, si quitaba a Saga de la ecuación. 

Imaginando a Radamanthys furioso por dormir a su lado, casi seguro de que lo iba a empujar de la cama, acusándolo de aprovecharse de su borrachera para usar su cuerpo a su antojo, como en ese primer sueño que tuvo, cuando le obligó a aceptarlo. 

Preguntándose porque soñaba con él, porque le veía en su inconsciente, obviamente por que lo deseaba, ese cuerpo, esa persona, rendida a sus pies, enamorada de su persona, preguntandose si Radamanthys le aceptaría a su lado, de intentar seducirlo. 

-Eres una diosa muy extraña Athena… 

Susurro, porque le había pedido fuerza y en vez de eso, le ofreció un sueño encantador con el espectro en sus brazos, quien seguía plácidamente dormido, aferrándose a su cintura, como si fuera un muñeco de peluche.

-Pero… quién soy yo para negarme a tu voluntad… 

Kanon se movió para acostarse de lado y empezar a admirar al espectro en sus brazos, que aun tenia ese collar negro en su cuello, preguntandose qué significaba eso, porque se había puesto esos anillos. 

-Eres un chico muy travieso, veo que te gusta llamar la atención de quienes te rodean… 

Kanon lentamente tiró de la camisa de Radamanthys, aprovechando que tenía un espejo al otro lado de la cama, buscando ese feo tatuaje con el apellido Heinsten en su espalda, el cual no existía, pero sí había uno negro, unas marcas de su constelación, o de su estrella, supuso, porque tenía la forma de la cabeza de un Wyvern. 

-Al menos no eres de ella… creo… 

Pero si de algo estaba seguro era de que nunca le había negado nada a su otro lado, si es que existía, de allí que pudiera controlarlo, porque aceptaba sus deseos, no los ignoraba, porque nada ganaba con mentirse, deseaba a su enemigo, pero este no lo deseaba a él.

-Esto es tan injusto… 

Se quejó, sin saber que el mismo Radamanthys soñaba con esas vidas compartidas.

*****

Era casi medianoche, Radamanthys trataba de estudiar para el último examen del semestre, los últimos habían salido muy mal, casi reprobando su materia favorita y su menos favorita. 

La primera era impartida por el mejor profesor del plantel, también el más guapo, un hombre mayor llamado Hades Heinstein, a quien admiraba por sobre todo y de ser un poco menos orgulloso, escribiría su nombre con un corazón en las hojas de su cuaderno, no podía evitarlo, estaba enamorado de él. 

La segunda materia era impartida por un profesor al que detestaba con ganas, el que siempre encontraba la forma de llamarlo para que permaneciera unos minutos después de clase para corregir sus tareas, sus presentaciones y quién lo encontró bebiendo con su fraternidad, a escondidas, en una de las aulas de la escuela.

Eso había pasado esa misma mañana y Kanon le prometió que si no pasaba con una calificación excelente su exámen, lo acusaría con el director, que también era su profesor favorito, al que no deseaba decepcionar, aunque bien sabía que ni siquiera existía para él. 

Sueño de Quimeras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora