Captura.

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Aioria empujo a Radamanthys a la ducha, en donde comenzaba a correr agua caliente, que se media con un monomando, facilitando encontrar la temperatura adecuada para poder bañarse, al mismo tiempo que se acariciaban cubiertos de jabón, gimiendo y jadeando su placer. 

Sus manos encima de las del otro, Aioria tocando con delicadeza el cuerpo de Radamanthys, que era un poco más agresivo, deseaba estar con él, esa suavidad que le mostraba cuando estaban solos, dejando que lavara su cabello, al mismo tiempo que el, con un poco de jabón en su mano, de espuma, fingía lavar la hombría de Aioria, recibiendo sonoros gemidos como una recompensa.

Aioria sentía su cuerpo despertar, necesitaba probar la piel de Radamanthys, hundirse en su cuerpo, que siempre le recibía con ímpetu, ansioso del placer que podía darle, arrodillándose de pronto para besar su entrepierna, escuchando mas gemidos, tratando de complacerlo. 

Aioria no deseaba venirse en su boca, ni en su pecho, deseaba entrar en su cuerpo, empalarlo y llenarlo de su semilla, le gustaba tanto la expresión de Radamanthys cuando eso pasaba, entre avergonzado y sorprendido, abochornado.

—Quiero… quiero hacertelo. 

Radamanthys asintió, levantándose del suelo con algo de lentitud, él también deseaba sentirlo en su cuerpo, borrar el recuerdo de Kanon, quien le robo cada una de sus primeras veces, que le había enseñado a responder a su cuerpo, como si fuera tan solo un juguete en sus manos.

—¿Aquí mismo? 

Aioria asintió y empujándolo contra la pared, llevando una pierna a su cintura, sosteniéndolo de la cadera, le penetro de un solo movimiento, con fuerza, gimiendo, jadeando, sintiendo como Radamanthys se aferraba a su espalda, sin pudor alguno, al saberse libre de Kanon, sin importarle que los escucharan los vecinos, o que llegaran a tocar la puerta de su cuarto.

Ignorando, que su viaje aún estaba a la mitad y que todavía faltaba demasiado para poder festejar su libertad, si es que algun dia lo lograba, menospreciando la obsesión que Kanon decía tener por él, sus actos del pasado, el asesinato de Julián y de su esposa, su intervención en su condena, logrando que le liberaran, si se entregaba a él, como no lo había hecho hasta ese entonces. 

Unicamente saboreando una libertad que le habían robado, festejando tal vez, de manera anticipada, su victoria, dejándose hacer debajo del agua caliente, en el piso de ese baño de motel, hasta que el agua caliente comenzó a terminarse y se vieron obligados a salir del cuarto de baño, con apenas una toalla rodeando su cintura, otra más sobre sus cabezas.

Deteniéndose repentinamente al ver a Kanon y  Saga, su esposo sentado en uno de los sillones, jugando con un encendedor de metal, prendiendolo y apagandolo, un gesto que únicamente realizaba cuando estaba especialmente molesto, Saga estaba a su lado, de pie, con las manos detrás de su espalda. 

Los hombres del coche que los estaba siguiendo a su lado, uno de ellos tenía una navaja, los otros dos una pistola, pero aquello que más lo sorprendió fue ver a una mujer de cabello morado, socia de Saga, por lo tanto, amiga de Kanon, a su lado estaba Aioros, con una expresión de angustia, al creer que el menor de los gemelos, mataría a su hermano menor, aunque le había prometido no hacerlo.

—¿Que puedo hacer contigo pequeño? 

Aioria intentó situar a su amante a sus espaldas, pero Radamanthys no se lo permitió, en vez de eso, dio un paso en dirección de su esposo, fingiendo no sentirse asustado, ni que Kanon se levantaba de su asiento, guardando su encendedor en su saco.  

—¿Debo matar a ese gato de azotea frente a tus ojos, antes de volarte esa linda pero estúpida cabeza tuya? 

Radamanthys no respondió, sabía que si lo encontraban no sería agradable, Kanon se vengaría, quien se detuvo a su lado, para propinarle una bofetada con el dorso de su mano, la que le partió el labio.

Sueño de Quimeras.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora