Tritón.

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Sus cuerpos se retorcian en la arena, bañados bajo el sol, el agua mojando sus cuerpos al ritmo de la marea, sus gemidos apagados en ocasiones mezclandose con el sonido de las olas al estrellarse con la arena. 

Ajenos al tiempo que seguía transcurriendo, el sol moviéndose en el firmamento, acercándose a la línea que formaba el mar a lo lejos, como si buscara esconderse en esas aguas. 

Kanon besaba el cuerpo de Radamanthys, que llevaba sus manos a su espalda, marcando líneas rojas en su piel, como un laberinto rojo, besando los labios de su amante, que no dejaba de sumirse en su cuerpo, dejando algunas marcas en su cuello, en sus hombros. 

Mordidas y moretones, que estaba seguro Hades vería en cuanto iniciara la misión del hombre rubio en sus brazos, que rodeaba su cadera con sus piernas, encajando sus tobillos en su piel, tal vez, dejando algun moreton en el proceso. 

-Eres tan hermoso… 

Radamanthys no había dejado de admirar su belleza, haciéndole sentirse orgulloso, como todo un adonis, especialmente, cuando el espectro no dejaba de adorarlo, sus dedos recorriendo su piel, sus labios, sus ojos fijos en los suyos. 

-Tan perfecto… 

Kanon llevo unos dedos a la boca de Radamanthys, que respondió lamiendolos, chupandolos, sintiendo como su semilla llenaba su cuerpo, con un gemido gutural, grave, que le hizo estremecer.

-Kanon… 

Llevaban varias horas amandose, entregando sus cuerpos al otro y cuando llegaron al orgasmo, cuando alcanzaron el clímax, perdieron el sentido en los brazos del otro, sus piernas enredadas, así como sus cuerpos, dejando que el mar y el sol fueron los únicos que les hicieran compañía. 

Quienes no podían ver, que los sueños habían regresado, y las visiones con ellos, una imagen conjunta, que ambos veían al mismo tiempo, como si de otra vida se tratara. 

*****

El triton no se había movido en varios días, no al menos mientras él estaba despierto, todo el tiempo oculto en el fondo de su prisión, sus ojos amarillos fijos en la nada, su expresión, una de completa tristeza, tampoco había probado ningún bocado, sin importar lo que le llevará, preocupando a Kanon, temiendo que no soportaría la vida en cautiverio. 

—¿Porque no hablas? ¿Porque no comes? 

Kanon se pegó al cristal, con una mirada cristalina, angustiado por el tritón, que se movió de tal forma, que le evitaba verlo de frente. 

—¿Que puedo hacer para que te sientas en paz, para que estés conmigo? 

Sus soldados más leales siempre estaban a su lado, esos eran Kasa e Io, el menor conocía bien el inglés y de alguna forma, le había encontrado asomando su torso fuera de la prisión de cristal cuando Kanon estaba ausente. 

—No le gusta estar encerrado, piensa que no eres más que un traidor y que mejor debió dejarte morir en esa cueva, si pensabas que podías capturar a Radamanthys en una pecera, como si fuera cualquier cosa, un mugroso pez. 

Io tenía un muy buen conocimiento del inglés, del español, del griego, hablaba varios idiomas, aún, el que usaba Kasa, cuando estaban a solas en sus habitaciones. 

—¿Sabes inglés? 

Io se encogió de hombros, llevaba un pan en sus brazos, como si fuera a dárselo a Radamanthys, su amigo, cuyo nombre quiso buscar en la biblioteca de la Atlántida, ya lo había visto antes. 

—Entre otros… 

Kanon suspiro, alejándose, escuchando como el agua se removía, al menos estaba comiendo, aunque a él no lo quisiera cerca, ni siquiera deseaba verlo.

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now