Infierno.

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Aioria vio como Kanon se marchaba con el espectro en sus brazos en silencio, sin comprender muy bien la razón de que un soldado como lo era Radamanthys, aceptaba el amor de un hombre como el embaucador. 

-No lo entiendo. 

Pronunció, molesto, demasiado enojado por esa reacción, escuchando unos pasos a sus espaldas, uno de ellos era Mu, el otro Aldebarán, que últimamente siempre estaban juntos y nadie sabía la razón de eso.

-Lo que ocurre es que no entiendo como un soldado honorable acepta vivir en compañía de alguien como Kanon. 

Mu arqueo una ceja, Aldebarán se cruzó de brazos, no tenía muchas ganas de meterse en problemas de faldas o en este caso pantalones, pero, qué más podría hacer que ayudar a su amigo. 

-Tal vez porque es muy apuesto. 

Eso lo dijeron a sus espaldas, la rosa del jardín de Athena, que acompañada de los otros dos, pronunciaba muy divertido, esperando una respuesta del joven león, que simplemente decidió marcharse. 

-Eso fue muy descortés… 

Mu pronunció divertido, siguiendo su camino, deteniéndose cuando el toro permaneció en ese sitio, su mirada fija en las espaldas de Aioria, pensando que tendrían problemas, muchos problemas. 

-Aldebaran… 

Afrodita relamió sus labios, sosteniendo al toro de su brazo derecho, como si quisiera abrazarlo, logrando que Mu se molestara un poco, riendose por su molestia. 

-No seas tan celoso Mu, el toro es todo tuyo… 

Poco después se marcharon, ajenos a las preocupaciones de Aioria, de sus sueños, que seguirian su curso, como si fueran fragmentos de otra vida que solo podían ver cuando cerraban los ojos. 

Cuando el sueño llegaba a ellos, de forma profunda, mostrandoles lo que sería, lo que fue, lo que ocurrió en algún lugar del tiempo. 

*****

Radamanthys ingreso en el club nocturno llamado Atlántida, estaba mucho más oscuro y era mucho más ruidoso de lo que recordaba, habían pasado algunos meses desde que recibiera el mensaje de Kanon, que le ordenaba ir a buscarlo, mensaje que ignoro, tenia muchos mas problemas que atender, que un desconocido con un sentimiento de grandeza, que nunca mas tendria que volver a ver. 

O eso pensó, sin embargo, Pandora había logrado que cancelaran sus cuentas, estaba a punto de perder su trabajo, Minos y Aiacos estaban de luna de miel, no deseaba molestarlos con sus problemas, tampoco había logrado localizarlos, estaba completamente desesperado, tanto, que acudía a la Atlántida, para ver a Kanon, tratando de buscar alguna clase de pacto, era un hombre rico, con demasiados tentáculos en la ciudad, si deseaba, podía ayudarle, el único problema era el precio.

Un hombre de piel oscura y otro de cabello rosa sonrieron al verlo, como si ya lo conocieran, en la barra, un albino se rió entre dientes, limpiando unos tarros, Radamanthys pudo ver como oprimía un botón, tal vez, le estaba diciendo a Kanon que él estaba en el club nocturno. 

-Sírveme algo de beber… que sea fuerte, por favor. 

El albino negó eso, Kanon no deseaba que le sirviera nada, no hasta que pudiera hablar con su pequeño, como le decía, y en realidad, el apodo le quedaba, porque Radamanthys tenía casi la mitad de su edad.

-Kanon bajará enseguida, solo tiene que sacar la basura. 

Del elevador salió una chica furiosa, de cabello rubio, acomodando su ropa, la que maldecía el nombre de Kanon, quien a su vez, acomodaba su ropa, su camisa y su cinturón, era obvio lo que había estado haciendo en esa habitación.

Sueño de Quimeras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora