Espejismo.

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Hades esperaba una respuesta de sus labios, la que debía ser positiva, tenía que decirle que era un dios generoso, un dios gentil, sin embargo, estaba confundido, este no era su señor, este no era su dios y no sabía muy bien qué decirle, qué hacer. 

-Es… usted es un dios generoso. 

Respondió para nada convencido de sus palabras, suspirando, cuando por fin su dios se apartó de su lado, sentándose en la cama con algo de pereza, esperando que se moviera, algo que hizo lentamente, buscando su ropa, cuyos pantalones estaban destruidos. 

-Te conseguí ropa Radamanthys, ya que destruí parte de la tuya en mi desesperación por amarte y borrar la memoria de ese insignificante embaucador de tu cuerpo. 

Radamanthys se levantó para buscar su ropa, tratando de vestirse rápido, sin tratar de ver a su señor, no deseaba que descubriera su desagrado en su mirada, escuchando como daba unos pasos en esa habitación, buscando alguna cosa en uno de los cajones. 

-Te tengo un regalo mi pequeño dragón. 

Era un collar de cuero con algunas incrustaciones de oro, con el símbolo de Hades colgando entre ellas, como si fuera el collar de una mascota o de un perro, una muestra de propiedad, supuso, así que no lo toco, aunque su señor se lo mostraba con cierto ánimo. 

-Póntelo, quiero vertelo puesto. 

Radamanthys negó eso con un movimiento de su cabeza, no se lo pondría, no era un perro ni tampoco una mascota y ese collar, le hacía pensar en uno, esperando que su dios Hades no enfureciera con él, que no se molestara por ese rechazo. 

-¿Vas a desobedecer a tu dios? 

Servirle por cientos, miles de años a este dios, le hacía casi imposible desobedecerlo así que Radamanthys, aunque no deseaba ponerse esa cosa en el cuello, negó eso, permitiendo que su señor le pusiera el collar, que ceñía perfectamente contra su cuello, como si hubiera sido hecho especialmente para él. 

-Asi me gusta, que seas un soldado obediente, que nunca cruce por tu mente engañarme o mentirme, mucho menos, rechazarme, a mí, tu dios, tu amado señor Hades.

Hades recorrió sus labios, relamiendo los suyos, antes de besarle con delicadeza, un beso muy diferente a los que había recibido todo ese tiempo, desde que llegó a ese hotel, hasta esos momentos, en los que por fin podría salir de allí. 

-Pero vístete, aun deseo salir a otro lugar contigo. 

Eso lo pronuncio como si fuera él quien deseaba permanecer más tiempo en ese hotel, apartándose para terminar de vestirse, observando a través del espejo de ese cuarto, como iba buscando la ropa que tenía lista para él, que trataba de un traje negro, pantalones de piel, botas de montar, una camisa negra y una chamarra también de cuero, cabia mencionar, que la camisa no cerraba por completo, porque solo tenía botones hasta su clavícula y no había forma de cubrir ese collar alrededor de su cuello. 

-Sí mi señor Hades. 

Hades sostuvo su espalda por encima de su camisa, acariciando su mejilla con las puntas de sus dedos, a esa hora del día, él tenía cierto crecimiento de vello facial, que su dios nunca había apreciado y como no había logrado rasurarse, suponía que acababa de percatarse de ello. 

-Pero esto tiene que irse y te hare un favor, para que ya no tengas que perder tiempo en las mañanas rasurandote. 

Con un poco de cosmos, con el deseo de su dios, el vello facial y cualquier otra clase de vello de su cuerpo había sido eliminado, con un sentimiento de hormigueo que le hizo sentir incómodo, sumándose a una larga lista de actos, que apenas lograba comprender. 

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now