Despertar.

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Llevaron a Radamanthys y Hades al penthouse de Kanon, que estaba situado en el último piso del edificio más nuevo y más alto de la ciudad, en donde vivían los hombres de Saga en uno de los pisos inferiores, y Saga un piso más abajo del suyo, así como Shion lo hacía dos pisos más abajo con su tigrillo, que al fin había encontrado, sin importarle que se tratara de un hombre viejo.  

Hades no recibió ninguna clase de atención médica, pero si lo arrastraron de los brazos para dejarlo a la mitad de un pasillo con piso de mármol, que daba a un balcón inmenso, por donde podía apreciarse toda la ciudad. 

De alguna forma, podía decirse que Kanon vivía en el Olimpo y custodiaba las reliquias de los dioses, era el patriarca, el hombre más poderoso del mundo entero, un hombre feliz, que mantenía al cachorrito en su regazo, el que se había acostumbrado a él en ese corto espacio de tiempo, como esperaba que su amor lo hiciera dentro de poco. 

Radamanthys fue atendido por el propio Camus, que ya era un obediente soldado del Santuario y comenzaban a darle más libertad, más tareas al saber que no trataría de huir de su lugar en los planes divinos. 

Poco después unas muchachas vestidas con una túnica blanca, con sus rostros cubiertos con una máscara de porcelana, una chica de cabello verde y otra de cabello rojo, limpiaron su cuerpo, vistiendo a Radamanthys con un traje negro, formal, diferente a la ropa que usaba cuando intentaron escapar.

Abandonandolo en el cuarto de Kanon, quien aún mantenía al cachorro en sus brazos, sentado en la oscuridad, sus ojos cerrados, esperando el momento en que Radamanthys abriera los ojos e intentara escapar de nuevo, escuchando la respiración de Hades, quien sobrevivió el choque, únicamente porque tenía puesto el cinturón de seguridad y su cachorrito pudo sacarlo del automóvil a punto de prenderse en llamas. 

Radamanthys despertó desorientado, llevando una mano a su cabeza, levantándose de un solo movimiento, sintiendo que su cabeza le daba vueltas, pero, debía encontrar a Hades, sin importar donde estuviera, esperando que aun no fuera demasiado tarde.

Suponiendo que estaba en la nueva casa que Kanon tenía preparada para ellos, las ventanas con las persianas cerradas, persianas eléctricas que le evitaban ver la altura a la cual se encontraban, tampoco le importaba de momento, sólo encontrar a Hades, ya ni siquiera su perrito le interesaba. 

No se molestó en observar sus alrededores, solo el cuerpo que podía ver a la mitad del salon, el cuerpo de Hades, hasta donde intentó llegar, siendo detenido por el propio Kanon, que sosteniendo a su perro, el que lamía su mano, le miraba fijamente, sentado en un sillón que más bien parecía un trono.

-Ya come de mi mano, como pronto tu lo haras tambien. 

Radamanthys no le respondió, ni le presto atención, tratando de acercarse a Hades, escuchando el sonido de otras personas moviéndose, al mismo tiempo que la luz era encendida, deslumbrandolo, le dolía la pierna, le dolía la cabeza y estaba angustiado, necesitaba salvar a su amado.

-Deja que se vaya… 

Kanon simplemente sonrió, negando eso, no lo dejaría marcharse y le enseñaria lo que le pasaría a cualquiera que intentara separarlo de sus brazos de nuevo, escuchando como Hades, al oír su voz, trataba de levantarse, para ser recibido por un puntapié de Deathmask, que se vengaba por el balazo que le había dado, por casi matarlo a sangre fría.

-¡No! ¡Dejalo ir, por favor, deja que se vaya! 

Radamanthys trato de correr hacia donde estaba Hades, para ser sostenido por dos pares de brazos, uno de ellos era Saga, el otro Milo, que le obligaron a ver como seguían golpeando a su amor, que aún seguía tratando de levantarse, llegar a él e intentar ayudarle.

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now