Fisura.

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Había pasado ya bastante tiempo desde que su señor decidió convertirlo en su amante y sabía que tenía que sentirse orgulloso, que era una oportunidad única, que su señor Hades, que su dios, no habría aceptado a nadie más en su cama, así que debía considerar sus atenciones como todo un honor, obedecer, pues ese era su papel como uno de sus jueces y creía que aún le veía como un soldado, como un guerrero. 

Sin embargo, a pesar de decirse aquellas palabras casi diario, recordarse lo afortunado que era, no creía que pudiera aguantar más tiempo en compañía de su señor Hades, tenía que escapar, quería marcharse y probarse en la batalla. 

Probar que seguía siendo un guerrero, que podía enfrentarse a sus enemigos en batalla por sí mismo y borrar las sonrisas burlonas que veía en algunos espectros, en sus aliados, los jueces de las almas, Aiacos que actuaba como si hubiera dejado de existir y Minos, que le había dicho que no deseaba volver a verle, no quería que su señor Hades, pensara que deseaba seducirlo o apartarlo de su lado. 

Haciéndole ver que no era considerado como su igual, ya ni siquiera un juez de las almas, únicamente un juguete o algo parecido, sintiendo que su honor, que su lealtad no era recompensada, sino utilizada en su contra, obligándole a aceptar algo que no deseaba, él amaba el mar, le gustaban los cielos azules, la vida sencilla. 

Poco tiempo después, un guerrero de Athena, un soldado de géminis atacó el castillo Heinstein, tratando de rescatar junto a dos de sus compañeros a sus hermanos caídos, al cangrejo y a la rosa. 

Esa ocasión, al escuchar de su enemigo ingresando en el castillo, fue el primero en disponerse a pelear contra ellos, apartándose de su dios Hades, interponiéndose entre ellos y la salida, viendo con horror, como la expresión de los cautivos había cambiado por una de completa desesperación. 

-¡No te interpongas en nuestro camino!

Ordenó el guerrero de Géminis, elevando su cosmos, un soldado poderoso, de cabello azul y mirada azul, a sus espaldas estaba uno moreno bajito, asi como uno mas alto, de cabello verde, con las armaduras de Libra y Aries.

-No permitiré que se marchen, primero tendrán que pasar sobre mi. 

Fue su respuesta, atacando al santo de géminis, quien respondió elevando su cosmos, intentando salvar a sus compañero, él tratando de sentirse útil, de recuperar su honor, su gloria, arrebatada por el mismo dios por quien había luchado toda su vida. 

-¡Aspros! 

Aspros era poderoso, como nadie que haya visto y sus golpes eran fuertes, como si de planetas estrellándose se trataran, logrando que Radamanthys sonriera, deteniendo sus golpes, dando los suyos propios. 

-¡No lo mates! ¡El también es un prisionero! 

Fueron las palabras de la rosa, que le veía con desesperación, no deseaba quedarse allí, y tal vez pensaba que querría marcharse con ellos, aceptar su ayuda, traicionar a su dios, al darle la espalda. 

-En ese caso, puedes venir con nosotros, aunque seas un espectro. 

Radamanthys no entendió las palabras de la rosa, porque no era un prisionero, a menos que Minos asi lo viera, como un prisionero, ya no como su aliado, descuidandose, sintiendo un golpe de Aspros en su torso, que lo lanzó al suelo, derribandolo. 

-Ven con nosotros, te prometo que no dejare que te hagan daño, que marcharemos a un lugar seguro.

Le ofrecía una mano que no aceptó, pensando en las palabras dichas por la rosa, que le observó unos instantes con pena, antes de iniciar su carrera de nuevo, escuchando los pasos de los espectros a sus espaldas, dejandolo atras, de rodillas, comprendiendo cómo era que lo veían en ese momento. 

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now