Visión.

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Hades regreso a su departamento aún molesto, deseoso de golpear algo o a alguien, tratando de calmarse al ingresar, escuchando el sonido de algunos cubiertos, de la risa de Radamanthys, que sentado en la mesa, se veía completamente diferente. 

—Te ves muy guapo. 

Apenas pudo decir, cerrando la puerta detrás suyo, tratando de sonreír, tomando un asiento a lado de Dohko, que para ese momento disfrutaba de una taza de té. 

—¿Antes no?

Radamanthys trato de jugar con él, sintiéndose demasiado extraño al verse como alguien diferente, tratando de acostumbrarse a los lentes de contacto, al color de su cabello y a llevar gorra todo el tiempo. 

—Siempre has sido una visión para una vista cansada… digo, te ves igual de guapo…

Hades sentía que sus mejillas se pintaron de rojo y estaban a punto de incendiarse, rascando su cuello, algo nervioso. 

—Siempre me has gustado mucho y antes de que desaparecieras pensaba en invitarte a salir o algo por el estilo. 

Radamanthys no supo qué decir en ese momento, también algo sonrojado, tomando un poco del café que le habían preparado, tratando de ignorar los cumplidos de Hades. 

—Hades hablaba mucho de ti, de lo mucho que te esforzabas, de lo amable que eras y se quejaba horrores de Kanon, ese hijo de perra. 

Era gracioso ver el amor de los jóvenes, su sonrojo y su nerviosismo, si fuera el, le pediría que les diera privacidad para estar solos unos instantes antes de huir, sin embargo, lo mejor era marcharse de una buena vez. 

—Come Hades, no podemos perder más tiempo. 

Así lo hizo, devorando todo lo que había en el plato, con prisa, sin disfrutarlo, para hacer poco después exactamente lo que el anciano les decía, un anciano que abandonaría a sus peces y se largaba de la ciudad, por la misma razón que Radamanthys lo haría. 

Porque seguía huyendo del amor que uno de los prominentes miembros del santuario decía sentir por él, una secta en donde todos aquellos elegidos tenían todo lo que pudieran desear, fueran objetos o personas. 

Todos los recursos imaginables, todos los contactos y toda clase de personas, como la chica rubia que fingía vender chucherías en el puesto de siempre, sacando fotografías de cada persona que salía del departamento, del anciano, del chico de cabello negro con una mochila al hombro y de Hades, que salía directo a su trabajo, supuso.

Pero ella no estaba para suponer, solo para fotografiar y seguir a Hades, descubriendo que lo esperaba un coche negro algo viejo, que no sería nada llamativo si no subiera Hades en el, en donde el primer anciano lo esperaba, el que condujo su coche hasta llegar a la central camionera del sur, en donde casi los pierde de vista. 

Los dos se despidieron como si fueran grandes amigos y siguieron caminos diferentes, ingresando en las instalaciones, para perderse en la multitud. 

Radamanthys esperaría dos horas en el interior del auto, oculto, para después salir cuando ya nadie se fijara en el automóvil.

Hades saldría primero, después bajaría en la primera parada, donde lo esperaría, allí los dos rentarian un coche que los llevaría por varias carreteras menores, esperando salir a pie de la ciudad, moviéndose como lo haría un ilegal, buscando una nueva vida, huyendo de la policía.

Thetis anoto las placas del automóvil, para intentar buscar a Hades, sin mucho resultado, pero al menos tenía las fotografías en sus manos y Milo estaba seguro de que si seguían al cocinero, como le llamaba Kanon al chico de cabello negro, encontrarían a su objetivo.

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now