Quimera.

148 16 28
                                    

Esperaba que esta vez fuera una respuesta afirmativa, aunque tenía sus dudas, después de haberle dicho que podía ser su amante, que no le importaba hacer lo que le pedía. 

—No creo que sea correcto pequeño, además, seguramente querrás usar tus videojuegos y guardar tu ropa. 

Radamanthys asintió, mordiéndose el labio, para salir de aquella habitación cuando Aioria empezó a quitarse la camisa, cerrando la puerta con delicadeza, para ingresar en su habitación, observando tres hombres más aparte del propio Tatsumi, los tres junto al hermano mayor, Aioros. 

—Eres mucho más inteligente de lo que pensaba, indeseable.

Radamanthys trato de retroceder, sin embargo, dos de los hombres de Aioros lo sujetaron de los brazos, al mismo tiempo que otro más, colocaba una navaja en su cuello, para acariciar su mejilla y después sus labios. 

—Pero eso no te salvará de recibir una lección la próxima vez que intentes romper alguna de las reglas o lastimes a mi hermano, asi que mejor comportate, o les dejare hacerte mucho daño antes de que puedan matarte, ellos nunca han tenido la oportunidad de tomar a un virgen, pequeño Rada. 

Tatsumi salió detrás de su amo, quien no dijo nada más, pero lo dejo en compañía de esos tres, que comenzaron a acariciarlo con fuerza, desgarrando parte de su ropa, cortando su cinturón, para llevar sus manos a sus caderas, riendose antes de abandonarlo en esa habitación.

-Te veremos despues pequeño Rada. 

Radamanthys se quedó quieto, con el fantasma de esas manos sobre su cuerpo, antes de cerrar la puerta con rapidez, recargándose contra esta, temblando ligeramente, escuchando los pasos de esos hombres en el pasillo, sin escuchar que decían, tal vez, pensaban atacarlo en la noche, cuando estuviera dormido, como a veces ocurría en las calles, así que, abriendo la puerta con demasiado sigilo, se escabullo hasta el cuarto de Aioria, ingresando en este, para verlo sentado en su cama, con un libro abierto.

-No quiero estar solo… por favor. 

Radamanthys no sabía si con la poca luz de la lámpara, Aioria podía ver que su ropa estaba destrozada, o a lo mejor, pensaría que su pelea con Tatsumi lastimó sus prendas, lo que pasara, no importaba, no quería estar solo en esa casa, no cuando sabía que no estaba seguro.

-Te prometo no molestarte, por favor. 

Tal vez se había encontrado con Tatsumi, o había recordado algún momento desagradable de su pasado, así que, Aioria suspirando golpeó su cama, con la palma, para indicarle que podía subir en ella, sorprendiendose demasiado, cuando Radamanthys prácticamente corrió a su cama, cubriéndose con su cobija, temblando, pero no por el frío.

- ¿Porque estas tan asustado? 

Le preguntó, abandonando su libro en la cabecera, acariciando su mejilla cuando él no quiso responderle, acurrucandose a su lado, seguro que el no dejaría que esos tres le hicieran daño, ni nadie mas, porque sabia que Aioria era una buena persona, podía imaginarlo como un león de dorada melena.

- No quiero regresar a la calle, no quiero regresar allá… 

Repitió, porque era una mentira sazonada con verdad, su temor era verdadero y Aioria sabría que no lo engañaba, que en realidad estaba asustado por eso, por la perspectiva de ser castigado por fallarle a su comprador, o en este caso, a quien lo puso bajo su cuidado.

-No temas, no dejare que nadie te haga daño, yo voy a cuidarte. 

Aioria le abrazó con delicadeza, en esos brazos fuertes, que sabía eran delicados, besando su frente primero, para verlo fijamente, su nariz, sus ojos, sus labios, los que acarició antes de unirlos con los suyos, en un beso delicado, suave, cálido, su primer beso, que era como siempre lo había imaginado.

Sueño de Quimeras.Where stories live. Discover now