62. Moriría por ti

570 74 200
                                    

Saeyoung

No quería que mi hermano me acompañase. Me negaba a volver a ponerlo en peligro, no obstante sabía que no iba a ceder. Era tan terco como yo.

—Iré contigo lo quieras o no —sentenció—, recuerda que lo hago por Hana, no por ti.

—¿Y si te ocurre algo? ¡tengo miedo de perderte a ti también!

—Hace tiempo que lo hiciste —replicó—, ¿crees que eso cambiaría algo?

—¡No digas eso! No podría lidiar con ello, lo sabes.

—Cállate y vámonos, no podemos perder más tiempo.

—¡Ugh! —abrí la puerta dejando salir a mi hermano y luego fui tras él, cerrando de un golpe—, ¿por qué eres tan cabezota? —me quejé por el camino.

—Habló el idiota del 'no te amo, soy peligroso' —remarcó cada letra con sorna.

—¡Solo quería mantenerla a salvo de mis asuntos!

—Claro, porque es tan pura y angelical, un auténtico ser de luz. —Pude notar cierta ironía en sus palabras.

—Incluso si no es así, la amo y moriría por las personas que de verdad quiero. Como...

—No lo digas —interrumpió—, ya es suficiente con tener que aguantar tus tonterías mientras hablas de Hana.

—Pero es verdad, daría mi vida por ti, Saeran.

Se hizo un silencio y escuché como este chasqueaba la boca.

Se puso al volante y lo acompañé de copiloto. Antes de que arrancase le di la dirección de la madam para coger algunas armas. No podíamos ir sin nada, necesitábamos poder defendernos.

—No confío en el melenas, ¿cómo sabes que no le ha estado dando información a nuestro padre? No puedes fiarte.

—No, la madam no lo haría, en el fondo no es mala persona, tiene que haber algo más —intenté autoconvencerme.

—Muy bien, sigue engañándote a ti mismo.

Suspiré. Me conocía demasiado bien aún habiendo pasado tanto tiempo sin vernos.

Al llegar a nuestro primer objetivo Saeran se quedó en el coche esperando mientras que yo me colé en el apartamento, agarrando algunos materiales que nos servirían.

Retomamos el rumbo y mientras miraba a la carretera no podía evitar acordarme de ella y de todos los momentos que vivimos.

Todas esas noches en las que trasnochábamos viendo películas, cuando se quedaba abrazada a mí en el sofá, las veces en las que fuimos a comer, aquellas en las que me cocinó, esos días en los que se duchaba en mi casa porque no tenía agua caliente... ¿sería eso cierto? Lo más probable era que no.

Pensarlo me hizo sonreír. Tampoco me quejaba de ello, si bien solo acrecentó mis fantasías al verla desnuda y mojada solo cubierta por una toalla diminuta, ¿sabría que desde ese instante me toqué pensando en su cuerpo, sus caricias, sus besos? Mis mejillas se calentaron recordando lo culpable que me sentía después de hacerlo, era mi amiga, pero me la ponía tan dura... ¿cómo se supone que iba a poder mirarla a la cara después de haber fantaseado con follármela por todas las partes posibles? ¿de haber gemido su nombre mientras me masturbaba, imaginándome su cuerpo al desnudo sobre el mío? Y para colmo me autoconvencía de que solo se trataba de hormonas, de que no tenía sentimientos, ¿cómo pude engañarme así durante tanto tiempo?

Cuando me besó... creí subir al cielo y tocar las estrellas solo con el roce de sus labios. Aún ahora mi corazón latía tan deprisa que tenía miedo de que se me saliese del pecho. Dios, la echaba tanto de menos, muchísimo y solo habían pasado tres días. ¿Estaría bien ahora? ¿se encontraría a salvo? ¿por qué tenía que haber ido por su cuenta? Si no lo hubiera hecho tal vez ahora no estaríamos en este coche, tal vez mi hermano estaría a salvo y no pondría en riesgo su vida por salvarla. Ni siquiera éramos conscientes lo que nos esperaba allí, sin embargo nada de eso nos importaba, solo queríamos recuperarla.

¿Pero por qué la pelirrosa siempre encontraba la manera de hacer lo que quisiese? Primero conmigo, con mi corazón, me dio mucho más que una mano que sujetar, me lo dio todo y la rechacé una y otra vez como un estúpido. Luego con mi hermano y ahora... había ido a ver a nuestro padre a escondidas, ¿de verdad creía que iba a salirse con la suya como siempre? Me cabreaba ver como se ponía en peligro una y otra vez sin pensar en las consecuencias, sin pensar en que podría resultar herida, sin pensar en mí.

—¿Crees que si no la hubiese rechazado estaríamos aquí? —pregunté a mi hermano aquello que se me estaba pasando por la mente.

—No lo sé —hizo una pausa para pensar sin apartar la vista de la carretera—, tal vez no hubiera hecho las cosas que hizo si le hubieses dejado claros tus sentimientos desde un principio, quizás... ni siquiera me habría enamorado de ella.

Escuchar eso me dolía como si estuviese caminando descalzo sobre brasas. De verdad odiaba la idea de herir a mi gemelo, pero tampoco iba renunciar a la persona que amaba por mucho que nuestra relación no fuese perfecta. Llegamos a un punto en el que no había vuelta atrás, era demasiado tarde... estaba profundamente enamorado. Y era egoísta, codicioso, quería que decidiese, que me escogiera a mí y solo a mí.

Mientras estaba sumido en mis pensamientos noté como el coche perdía velocidad y asomé la cabeza para ver, una de las ruedas estaba pinchada.

—¿Qué demonios? —me pregunté en voz alta. Yo siempre me encargaba de mantener a mis bebés en perfecto estado.

—¿Hemos pinchado? —indagó el de cabellos blancos.

—Sí, esto es extraño, tal vez fue un tornillo o...

—Joder, ¿crees que haya sido a propósito?

Me callé ante su pregunta. ¿Quién iba a querer pincharnos la rueda? Los que afirmaban tener a Hana querían que llegáramos, cierto?

Salí del vehículo para arreglarlo con una mecha y luego nos paramos a una gasolinera a hinchar el neumático. Mientras tanto me pareció ver a un pájaro sobrevolando por encima nuestro y alejándose. Se parecía a Cubana, pero no era posible, no era posible que fuese un... no, debía tratarse de cualquier ave, estaba nervioso y tal vez era normal que alucinase, sí, eso debía ser.

Entré a pagar y al salir alguien encapuchado me agarró del brazo con brusquedad, arrastrándome a un rincón. Me llevé la mano al bolsillo de forma instintiva para sacar el arma que llevaba y el atacante alzó la cabeza sosteniéndome la mirada, dejándome pasmado al descubrir de quién se trataba.


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now